“¿Sabes qué es lo único que me da placer? Ver que mis dividendos llegan”, dijo un tal John D. Rockefeller. Ahora, en cambio, cada vez hay más inversores que ven peligrar sus esperados réditos anuales. Hace unas semanas empezaron a anunciarse la bajada de sueldos de altos directivos y la suspensión o aplazamiento de dividendos en muchas compañías cotizadas, y posiblemente muchas otras seguirán haciendo lo mismo en los próximos días.
Hay tres factores que son claves para entender este escenario. El primero es la rapidez y lo impredecible que ha sido este golpe; el segundo, la incertidumbre de saber cuándo finalizará esta crisis sanitaria. Y, en tercer lugar, el elemento más importante es: la liquidez de las compañías, que ha llevado a suspender este dividendo en empresas que han tenido tensiones en la tesorería, y que no necesariamente tienen una estructura de deuda muy elevada o están mal financiadas.
No se trata de haber sido más o menos precavido, la gestión de una compañía lleva a tener un nivel óptimo de efectivo en la caja, justo en el momento en el que tener dinero en el banco conduce incluso a pagar intereses. Por ejemplo, Amadeus, una de las empresas que forma parte del Euro Stoxx 50, con un balance saneado y con un negocio tecnológico caracterizado por su bajo apalancamiento operativo, no sólo ha tenido que anular el dividendo previsto para este año, sino que también ha tenido que hacer una ampliación de capital para tener liquidez a corto plazo (en estos momentos, se demuestra la importancia de que el mercado de capitales siga abierto). Ahora, imaginemos lo que puede ser este escenario para una pequeña PYME que sólo tiene acceso a las líneas de crédito bancarias. Normal que el BCE haya recomendado a toda la banca la suspensión del dividendo de este año, pues deben ser los principales proveedores de liquidez de todo el sistema económico, si hay alguien a quien no puede faltarle es precisamente a estos y más teniendo en cuenta que tanto grandes como pequeñas empresas van a acudir de forma masiva a drenarse de esa liquidez teniendo el efecto contrario para la banca.
¿Cómo afectan estas anulaciones en el valor bursátil? El impacto, dado las circunstancias, es bastante limitado: Por una parte, puede afectar a la reputación de la compañía y por consiguiente al dinero que se esté dispuesto a pagar por ella y segundo, también es cierto que el dividendo muchas veces actúa como suelo en caídas importantes y de no tenerlo puede acentuar la caída.
¿Y a los Fondos de Inversión? Eso dependerá mucho de la tipología del fondo. Para la inmensa mayoría el impacto es muy limitado, más allá del valor de sus cotizadas, sólo le puede afectar al gestor en cuanto a la reinversión de ese dividendo que no podrá llevar a cabo en el caso de anularse. Sin embargo, para aquellos fondos focalizados sólo en el dividendo de las compañías, y más todavía para esos que se basan en repartir el dividendo obtenido a sus partícipes, sí que pueden estar más afectados en cuanto pueden ser más susceptibles de reembolsos en momentos poco propicios.
En el caso de del GVC Gaesco Dividend Focus, F. I., ¿Cómo lo habéis gestionado? El fondo fue lanzado el año pasado con la intención de buscar no solo compañías que repartan un buen dividendo, sino que además éste fuera sostenible y creciente en el tiempo, por lo que miramos detenidamente el balance y la tipología de negocio. Buen timing, nada mejor que una pandemia para poner a prueba el trabajo hecho… el resultado es que, a fecha de hoy, el 85% de las compañías del fondo han anunciado que van a seguir repartiéndolo. ¿Es mucho? ¿Es poco? No me toca a mí juzgarlo. A mí me toca excusarme del 15% restante. Principalmente, tenemos empresas en cartera ligadas al turismo como Aena o Sixt que han visto sus actividades reducidas fuertemente, hasta el 90% en el caso de la primera, cosa que les ha llevado a no repartir dividendo a pesar de ser las compañías más sólidas dentro de su propio sector. ¿Demasiada exposición al turismo? En mi opinión, hasta este año, el turismo gozaba de uno de los drivers de crecimiento más claros que podíamos encontrar, tanto es así, que gozaba de un crecimiento bastante por encima del PIB mundial y por consiguiente la disposición a pagar por parte de la comunidad financiera era muy elevada. Finalmente, otra de estas compañías, Intesa San Paolo, nuevamente, el banco con uno de los ratios de capital más elevados de Europa, que finalmente siguió las directrices de su regulador y pospuso el dividendo.
La conclusión, como siempre suele serlo en el mundo financiero, es muy “clarividente”: incertidumbre para las empresas, igual a incerteza para sus valoraciones, igual a cautela por parte de los inversores. La única cosa que sí me atrevo a decir es que si la profundidad de esta crisis es más grave de lo que parece, habrá muchas más compañías de cada uno de estos sectores que lo van a pasar peor y estas saldrán reforzadas. Y dos, que si la recuperación es en V estas empresas acabaran repartiendo dividendo a final de este mismo año, pues un inciso, no es lo mismo suspender, que posponer y observar el porvenir.