Cuando un particular toma la decisión de invertir sus ahorros en Bolsa, se le plantean dos cuestiones fundamentales, la primera que activo comprar y la segunda, cual es el momento más apropiado para comprar y cual para deshacerse del mismo, es decir, venderlo. La primera de las cuestiones la resuelve el denominado “Análisis Fundamental” de los valores y la segunda, el denominado “Análisis Técnico”. En este artículo, de manera somera, vamos a referirnos al primero de ellos, es decir, al Análisis Fundamental. En primer lugar, hay que tener en cuenta, que el pequeño inversor no tiene que ser un experto en este tipo de análisis, cosa más propia de economistas y expertos financieros, aunque sí debería de conocer, al menos, algunos de los conceptos más básicos del mismo.
En las páginas salmón de alguno de los periódicos económicos de más difusión en nuestro país o foráneos, si deseamos invertir en empresas que coticen en los principales índices europeos o americanos, el inversor encontrará siempre un análisis serio e independiente de las más importantes sociedades cotizadas, así como la opinión que sobre las mismas elaboran un sin fin de analistas profesionales de reconocido prestigio tanto nacional como mundial. Estos analistas, darán su opinión sobre el estado contable de las empresas estudiadas ofreciendo una idea al inversor de la fortaleza financiera de las mismas y viabilidad del negocio futuro. Hay que tener en cuenta, eso sí, que estos analistas llevan a cabo su tarea basándose en los datos contables que proporcionan las propias empresas, por lo que, la fiabilidad nunca es de un cien por cien ya que, aunque no es ni mucho menos la norma, estas podrían falsear sus balances y cuenta de resultados.
En lo que la memoria me alcanza, en estos últimos años, en España, tan solo recuerdo dos casos sonados de empresas que facilitaron falsos datos contables, una de ellas la conocida Pescanova, que llevaba una doble contabilidad y Gowex, empresa de redes wifi e Internet que cotizaba en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Por ello, hay que repetir, para tranquilidad de los pequeños inversores, que esto no es la norma sino, tan solo casos aislados y excepcionales.
La primera regla que debe tener en cuenta el pequeño inversor en todos los casos es que no debe jamás invertir sus ahorros en empresas que padezcan una grave situación financiera, por mucha oportunidad que pueda parecer el precio bajo de sus títulos, pues las caídas importantes en el precio de un título suelen esconder, casi siempre, una grave situación empresarial. Y ello, ni siquiera con la intención de invertir en el corto plazo pues nadie está a salvo de que, de pronto, la empresa no caiga en concurso de acreedores, dejando “pillados” a los inversores.
Las empresas cotizadas están obligadas a presentar sus cuentas trimestral y anualmente en la CNMV. Por ello, el inversor puede estudiarlas e invertir en las que obtienen beneficios de la actividad ordinaria y evitar las que, trimestre tras trimestre, acumulan pérdidas.
Hay que evitar siempre las empresas con alto endeudamiento. En la red puede buscar información e infinidad de artículos que constantemente se publican sobre la salud financiera de las diversas sociedades cotizadas en Bolsa. El bajo endeudamiento de una empresa es tan importante, que, de hecho, la cotización de las mismas sube por el simple de haber renegociado su deuda. En la mayoría de los casos se trata de empresas que no pueden pagar y los bancos acreedores posponen su muerte, porque ya no les caben más cadáveres en sus armarios. Por ello, este tipo de empresas, mejor evitarlas.
Tenga en cuenta que no es fácil para el inversor particular tener actualizada la información de todas las empresas, es por ello que es importante dejarse aconsejar por su Agente Financiero.
Confíe en la experiencia de su agente y del gran equipo de profesionales que se encuentran detrás con información permanentemente actualizada sobre la situación de cada empresa.