En los últimos años, tras diferentes eventos geopolíticos, nos enfrentamos a un mundo cada vez más fragmentado. En este nuevo entorno, los países tienden a buscar soluciones para ganar independencia ante cualquier altercado que pueda tener un impacto directo en los suministros, abastecimientos u otra índole de servicios nacionales que se puedan ver afectados.
Los eventos geopolíticos, tienen un impacto directo en la incertidumbre de los inversores, esto se traduce en que a corto plazo el desconocimiento por las consecuencias que pueda provocar este factor de riesgo se traslada en forma de incremento en la volatilidad de los activos financieros, siendo los de mayor riesgo, los que más sufren.
Tratar de anticiparse a este tipo de situaciones, implica un coste de oportunidad. Predecir el resultado de cualquier cuestión geopolítica es altamente complicado, por lo que es más una cuestión de azar y acierto en el cómo y en el cuándo.
Ante estas situaciones, existen dos tipos de inversores: los que deciden deshacer posiciones y esperar a interpretar la evolución del mercado y, por otra parte, los que mantienen sus posiciones ante la convicción de que una vez que se aclaren los acontecimientos, prevalecerá el valor fundamental de las inversiones. En el primer caso, suele resultar complicado volver de nuevo al mercado y en la gran mayoría de casos, los resultados son peores que haber permanecido invertidos, siempre y cuando, la tesis de inversión y los activos seleccionados estén ajustados al perfil de riesgo del inversor.
La protección de una cartera ante este tipo de riesgos suele llevarse a cabo incluyendo posiciones defensivas, que ante caídas de mercado, se comportan mejor en términos relativos, frente a los activos de mayor riesgo, típicamente, la renta variable.
Dentro de las posiciones defensivas, podemos enumerar algunas de ellas, en primer lugar, la divisa refugio por excelencia, el dólar, ante periodos de incertidumbre suele apreciarse frente al resto de monedas. En segundo lugar, los bonos de gobierno, la deuda pública actúa como activo de cobertura, el denominado “fly to quality”, entradas de flujos buscando protección desde posiciones mas arriesgadas como la renta variable. Las materias primas y metales precios, también reaccionan con subidas de precios, algunas por el desajuste que se produce en la oferta, en un primer momento, si bien, se puede tornar en contra si la situación se convierte en caídas de la demanda por una menor actividad futura. El oro, en la gran mayoría de casos, es el metal precioso que recibe un gran volumen de flujo comprador.
Algunos inversores, con cierto nivel de sofisticación, utilizan instrumentos de cobertura a través de derivados sobre diferentes activos financieros, futuros y opciones aplicados sobre las posiciones de contado en sentido contrario a las posiciones de cartera, llevando a cabo lo que denominamos “hedging” como protección ante los repuntes de volatilidad y la incertidumbre de los mercados.
Por último, hay que aclarar que no todo es blanco o negro, cada inversor interpreta de diferente manera los acontecimientos, los episodios de volatilidad generan siempre oportunidades ante el desajuste que se produce entre la cotización y el valor fundamental de los activos, siendo mayoritariamente oportunidades de compra para los activos de riesgo a medio y largo plazo.
Artículo publicado en la revista RankiaPro Julio 2024.