Steyr Motors es una empresa austriaca centenaria. De familiar pasó a ser propiedad de una empresa china, después de la francesa Thales y finalmente de Mutares, un fondo de private equity. En octubre pasado me reuní con su director general. El motivo fue su salida a la bolsa alemana mediante una oferta pública de suscripción. Se valoró en 66 millones de euros, más los 21,7 de la salida, invertidos por un fondo de pensiones austriaco y por inversores institucionales. El precio de salida fue de 14,0 euros por acción y empezó a cotizar el 30 de octubre.
Esta empresa produce motores diésel ligeros a medida. Se trata de una producción pequeña, de poco más de 800 motores en el 2024. Son motores caros, de hasta 50.000 euros la unidad. Un 43% de sus motores para uso civil y un 57% para uso militar. La parte militar iba claramente a ganar más peso dentro de la empresa. La guerra ruso-ucraniana impulsó fuertemente la demanda militar europea. A finales de enero, la acción de Steyr cotizaba a 13,5 euros. Fue subiendo con los acontecimientos: la reunión del 28 de febrero entre Trump y Zelensky (18,9 euros), el anuncio del futuro canciller alemán del 5 de marzo (27,0 euros), el acuerdo político del día 14 (90,0 euros), y la aprobación del Bundestag del día 18 (240 euros, con un máximo intradía de 384 euros), impulsaron la demanda genérica de acciones de defensa y catapultaron la acción de Steyr. Llegó a multiplicarse por 27 en cuatro meses y medio.
El motivo del exabrupto fue que diversos ETF de defensa incluyeron a la pequeña Steyr en su cartera. Un mero desfase de flujos al más puro estilo siete magníficas. Hoy Steyr cotiza a 60,5 euros, un 84% por debajo de sus máximos. ¡Guárdense de los flujos!
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo, 30 de marzo de 2025.