Los mercados bursátiles están teniendo un mes de agosto muy tranquilo, lo que permite, tanto a los inversores como a los gestores de inversiones, disfrutar plenamente de las vacaciones estivales. La campaña de presentación de resultados empresariales del segundo trimestre ha sido continuistamente satisfactoria, como estaba previsto; las valoraciones fundamentales de las compañías siguen siendo superiores a las cotizaciones de forma agregada; los bajos tipos de interés de corto plazo en la zona euro, negativos en términos reales, posibilitan la entrada de nuevos flujos monetarios en los mercados, y, finalmente, la posibilidad de avances en la resolución del conflicto ruso-ucraniano constituye una buena oportunidad, no solo para las bolsas de Europa del Este en particular, sino para las bolsas europeas en general.
Estamos en época de bonanza económica, y hay que aprovecharla. El término los felices años veinte, o the roaring twenties, o les années folles, que comprenden la década de 1920 a 1929, no fueron acuñados, en su sentido actual, mientras sucedían, sino hasta muchos años después, en otro contexto económico muy diferente. Ubi defuit, lucent, es decir, aquello que falta, brilla. Hace referencia al valor que toma algo cuando ya no está, mientras que cuando estaba presente no se lo valoraba suficientemente. ¿Para cuándo un cambio de las expectativas?
Ninguno de los indicadores adelantados de crisis económica está, ni siquiera, en luz ámbar; todos en verde. No se detecta aún ni euforia ni exceso de confianza en ninguno de los diferentes agentes económicos, cuya moderación es la mejor de las garantías para asegurar la continuidad de la actual bonanza económica y bursátil.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo, 17 de agosto de 2025.