El año ha empezado como acabó el anterior, con renovadas alzas bursátiles. El índice Eurostoxx50 ha subido en enero un 2,8%, y el S&P500, un 2,4%, todo ello con una baja volatilidad. Con un tercio de los resultados empresariales ya presentados en el S&P500, la ratio de sorpresa (número de empresas con resultados mejores de los previstos dividido por el número de empresas con resultados peores) es superior a cinco. En el Eurostoxx-50, con un menor porcentaje de presentaciones, la ratio de sorpresa es superior a tres. El excelente momento empresarial sigue imponiéndose a los riesgos geopolíticos. Nada nuevo.
Un índice bursátil destaca por encima de todos los demás, el Nikkei225 japonés, que ha subido en enero un 8,4%. Ha cerrado en el nivel 36.286, quintuplicando el mínimo de 7.054 al que llegó en el 2009, pero aún un -6,8% inferior a su máximo histórico de 38.916 de diciembre de 1989. Han transcurrido ya más de 34 años desde entonces. Tras décadas de deflación, Japón es el único país del mundo donde la inflación es una bendición. El banco de Japón mantiene los tipos a cero, y persisten los tipos reales negativos. Si bien se debilita el yen, se fortalece la posición de sus empresas exportadoras. Sus beneficios empresariales acompañan, ahora sí, al movimiento bursátil, como no lo hicieron en 1989. Se disparan los flujos inversores internacionales en Japón, aumentan las recompras de acciones y se reducen sus aún existentes posiciones cruzadas.
En el próximo mes de abril los trabajadores japoneses recibirán aumentos de sueldo, algo inaudito para ellos. Les anticipo que la noticia de la recuperación del último gran crac bursátil será titular de portada en toda la prensa económica.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo, 4 de febrero de 2024.