Cualquier inversor, por experimentado que sea, puede cometer errores a la hora de construir su cartera. Hay que ser consciente de que hay variables que no se pueden controlar ni predecir. Sin embargo, existen algunas pautas para minimizar los posibles riesgos y una de los más evidentes pasa por la diversificación.
El refranero popular ya es partidario de ‘no poner todos los huevos en la misma cesta’ ni de ‘jugárselo todo a una carta’, consejos que van como anillo al dedo para los inversores noveles. Y es que si nos concentramos en muy pocos activos, nuestra cartera puede resentirse gravemente.
Cuando hablamos de diversificación, nos referimos a gestionar y reducir el riesgo de la cartera de tal manera que no se concentre en unos pocos activos en aras de que, siempre que alguna de las inversiones pueda ir peor de lo esperado, haya otras tantas que vayan mejor y puedan compensar dicho comportamiento.
Los criterios de diversificación son múltiples. Por un lado, una buena cartera debe escoger entre diferentes activos, geografía y sectores y, por el otro, buscar reducir al máximo la correlación que exista entre las inversiones que formen parte de la cartera.
Para ilustrarlo mejor y con más detalle, podemos decir que una correcta estrategia de diversificación pasa por contar con distintas categorías de activos, manteniendo una combinación de renta variable, renta fija y activos del mercado monetario. Puede ocurrir que un evento macro negativo desde el punto de vista económico castigue a las bolsas a la vez que provoque un aumento del precio de los bonos por estar asociados a valor refugio.
Como hemos señalado, otro criterio de diversificación es el geográfico, puesto que cada región acusa factores distintos, además de experimentar diversos ritmos de evolución ante los llamados ‘cisnes negros’.
Tampoco hay que apostarlo todo a un sector, puesto que algunos tienen mucha sensibilidad a la fase del ciclo económico, mientras que otros no están condicionados a la evolución económica. Por ejemplo, cuando la economía pase por una etapa de contracción, materias básicas tendrá un efecto negativo sobre la cartera, mientras que consumo básico resistirá mejor y compensará.
Si nos concentramos en muy pocos activos, nuestra cartera puede resentirse gravemente
También es aconsejable diversificar entre activos tradicionales y activos alternativos reales. Esta recomendación es clara teniendo en cuenta que, mientras la acción de una compañía puede fluctuar según las perspectivas del mercado, un inmueble que genera rentas seguirá aportando sus flujos de caja independientemente de cómo fluctúe su valor aportando resiliencia y descorrelación a los mercados.
Por último, también hay que tener en cuenta la liquidez de los vehículos de inversión, puesto que los vehículos líquidos y los ilíquidos no acusan las mismas influencias. Mientras que los vehículos líquidos están condicionados por las cotizaciones de los distintos activos en los que invierten, los ilíquidos, en cambio, están supeditados a la evolución de los negocios privados en los que invierten.
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