Inversión

Conduciendo hacia una nueva era del automóvil

Hace algunos años, seguramente no tantos como podríamos pensar, comprarse un coche era un sinónimo de estar haciendo bien las cosas, era uno de los cimientos del “éxito”. Era la materialización del archiconocido ‘sueño americano’ basado en la oportunidad de prosperar y que podemos extrapolar al resto del mundo: una buena casa en propiedad, un coche (o incluso dos) y un trabajo.

Sin embargo, con los datos en la mano, esta percepción del éxito y la prosperidad podría estar cambiando. Y es que, a nivel global, el mercado automovilístico alcanzó su pico de producción en 2017 y, desde entonces, ha sufrido un descenso que tardará varios años en recuperarse.

Antes de la llegada de la pandemia, la producción global de coches llevaba dos años de bajadas, con una caída del 0,9% en 2018, alcanzando el 5,6% de descenso en 2019, según IHS. Asimismo, las estimaciones para el cierre de 2020 indican un declive en la producción del 19,4%, una cifra evidentemente impactada por el efecto del coronavirus y el colapso económico global. Sin embargo, la fuente mencionada espera una recuperación del sector del 13,2% en 2021.

Hay varios factores externos que explican la caída, más allá del ya mencionado efecto del Covid-19. Debemos tener en cuenta el retraso de las homologaciones, resultado del nuevo protocolo de emisiones WLTP; las continuas e inestables tensiones comerciales y arancelarias; las dudas sobre el Brexit; y la ralentización económica que vivimos. Asimismo encontramos otros factores, como pueden ser las restricciones de movilidad y de emisiones que están implantando muchas administraciones públicas o el auge del sharing. Lo que está claro es que año a año veremos una caída progresiva en la venta de coches convencionales que se sustituirán por vehículos eléctricos, los cuales irán ganando cuota de mercado.

Naturalmente, y como suele pasar en la gran mayoría de sectores ante una crisis como la que estamos sufriendo, muchas compañías deben adoptar ciertas medidas para mantener la competitividad de los negocios. En los últimos meses hemos visto como múltiples empresas de la industria automovilística realizan despidos o incluso cierran plantas. Son medidas muy duras que muestran la parte más dolorosa de cualquier crisis y que se llevan a cabo para lograr la supervivencia de las compañías.

Como cabía esperar, las bolsas han descontado los acontecimientos en el sector y han sufrido fuertes descensos. Los proveedores europeos de componentes del sector de automoción acumulan de media una caída cercana al 30%. Por su parte, el sector Autos del EuroStoxx, que engloba a los fabricantes y a los proveedores, lleva un -15% en el año.

Ante estos datos y este contexto tan complejo, ¿qué pueden hacer los inversores? ¿Debemos vender cuanto antes y huir lo más lejos posible? Antes que nada, calma y pongamos las luces de carretera para poder analizar las oportunidades que tenemos por delante.

Las enormes inversiones que tiene que realizar el sector y el descenso de las ventas son factores que están impulsando movimientos de concentración en el sector, en la búsqueda de sinergias. Y aquí hallamos una buena razón para el optimismo. Al concentrarse el sector, las empresas resultantes deberían ser más potentes, con mayor cuota de mercado, ofreciendo productos de más valor añadido, pues serán compañías con mayores capacidades. Así pues, estas empresas resultantes deberían ser rentables y financieramente más resistentes.

Pero es que no solamente las grandes compañías resultantes serán atractivas. Seguimos pensando que las compañías más pequeñas, siempre que estén bien gestionadas y sepan adaptarse a un entorno cambiante y complejo, pueden ser muy atractivas para los inversores.

En esta carretera con niebla, la claridad  la ofrecen FCA (Fiat Chrysler Automobiles), Piaggio o Gestamp, algunas de las empresas por las que apostamos para los próximos meses. El caso de Gestamp, por ejemplo, ya nos muestra cierto optimismo, pasando de un EBITDA ajustado de 216M de euros en el primer semestre de 2020 a una estimación de unos 465M para el segundo semestre del año.

Además, IHS espera que la producción global de coches crezca un 13,2% en 2021. La carretera se va iluminando cada vez más. También el Gobierno ha detectado la necesidad de intervenir, ofreciendo pequeñas ayudas para la compra de vehículos. Si bien son ayudas muy limitadas, suelen ser de entre 400 y 1.000 euros, sí que pueden incentivar un impulso en las ventas, aunque sea a nivel de marketing.

Y, ¿qué pasa con el auge del coche eléctrico? Actualmente, el sector automovilístico está centrado en el CASE (Connectivity, Autonomous driving, Shared mobility and Electrification) y el vehículo eléctrico es una parte muy importante de las inversiones del sector. Volkswagen, por ejemplo, aspira a reducir las emisiones de CO2 de su flota en un 30% en 2025 y ser neutral en emisiones en 2050.

Poco a poco, vamos viendo más coches eléctricos por las calles, y el crecimiento no hará sino potenciarse en el futuro próximo. De acuerdo con Bloomberg NEF, los vehículos eléctricos representarán el 3% de las ventas globales de coches en 2020, un 10% de las ventas en 2025 y un 58% en 2040. Y, como inversores, sin duda tendremos que estar bien atentos a este aspecto.

En definitiva, tras este trayecto por una compleja carretera de curvas y baches, podemos llegar, por lo menos, a una conclusión.

La conducción entre las inversiones en el sector del automóvil no dista mucho de la conducción en la carretera. Precaución, seguridad y vista a lo lejos.