La invasión de Ucrania por parte de Rusia empezó el pasado día 24 de febrero, y está generando, sin duda, un drama humanitario de gran envergadura. En lo que a los mercados bursátiles se refiere, desde el día anterior a esa fecha y calculado en la divisa de referencia de cada índice, el Standard&Poors 500 norteamericano ha bajado un 1%, el Nikkei-225 japonés ha caído un 2,8%, y el Eurostoxx-50, el más afectado, ha caído un 8,30%. ¿Qué debe hacer el inversor en este contexto?
1) En primer lugar, el inversor debe preguntarse cómo se comportan las bolsas en contexto de guerra.
La norma general de inversión ante las guerras es la de comprar justo cuando empiezan, al primer cañonazo. Por supuesto, es conocido que todas las guerras tienen un final y que, una vez acabada la guerra, lo único que queda son los precios a los que el inversor ha podido comprar excelentes empresas. Si una empresa era ya buena con anterioridad, lo único que ofrecen las guerras es la oportunidad de comprarlas más baratas.
Esta norma general está basada en la experiencia. Si tenemos en cuenta lo ocurrido en 5 de las últimas grandes guerras, la Guerra de Vietnam (1964) , La Guerra del Golfo (1991), la Guerra de Afganistán (2001), la Guerra de Irak (2003) y la invasión de Crimea por parte de Rusia (2014), obtenemos la siguiente rentabilidad media de aquel inversor que invierte justo el primer día que empieza la contienda:
1 mes
+4,1%
2 meses
+6,2%
3 meses
+9,4%
4 meses
+6,8%
5 meses
+9,6%
6 meses
+10,5%
9 meses
+11,1%
12 meses
+8,9%
Esta evolución está basada en la evolución del Standar & Poors 500. Parece refrendarse pues la estrategia de comprar nada más empezar la contienda.
2) En segundo lugar, el inversor debe preguntarse por las particularidades de esta contienda
Nos gusta disponer de información lo más de primera mano posible sobre todos los eventos, este incluido. Pretendemos intentar entender las motivaciones que pueden haber conducido a Putin a emprender esta guerra.
Ciertamente la cuestión de la OTAN se cita a menudo como una de las causas principales, según la cual Rusia no querría tener a un miembro de la Alianza Atlántica tan cerca de sus fronteras. Según esta teoría, se habría puesto tanto entre las cuerdas al oso ruso, que éste habría dado un zarpazo. Se esgrime también habitualmente la causa teórica de una cierta añoranza por parte de Putin de la antigua Unión Soviética.
Nuestras pesquisas nos llevan sin embargo a una motivación bien distinta. En los últimos años Ucrania no sólo había tomado un claro partido por la occidentalización, sino que además le había ido bien. Desde el año 2015 al 2020 el PIB per cápita en Ucrania había subido un 70%. Durante el mismo período en Rusia subió sólo un 6%. En otras palabras, Ucrania, que no dispone del nivel económico de los rusos, estaba prosperando bien. ¿Dónde está el problema, si resulta que otros países del entorno que han mirado igualmente a Occidente también han prosperado? El problema radica en las relaciones de parentesco entre rusos y ucranianos. Se calcula que hasta un tercio de los rusos tienen familiares en Ucrania. Unos familiares ucranianos que les hacen saber a los rusos que están prosperando y que con el giro occidental se está bien. Se podrán censurar los medios de comunicación y las redes sociales en esa parte del mundo, pero no la comunicación entre parientes. Entendemos pues, que Putin está, en realidad, intentando salvar su visión del mundo. En realidad, pues, se trata de un conflicto más defensivo de lo que pueda parecer. Si ello es así el conflicto es meramente local, entre Rusia y Ucrania, y no es global, por mucho que en el trasfondo de todo puedan estar los valores occidentales, y que el mundo Occidental deba ayudar a Ucrania. Se entiende así bien uno de los temas que más disgustan a Putin, que es la utilización de los gaseoductos que pasan por terreno Ucraniano, que no sólo le proporcionan unos ingresos a Ucrania, sino que además le dan unas ventajas adicionales en su propio consumo de gas.
Adicionalmente, si bien es cierto que Rusia es el país más extenso del mundo, lo es también que sólo es la doceava economía mundial, de la misma magnitud de Corea del Sur, cuyo territorio es 170 veces inferior al ruso. Luego el conflicto Ruso-Ucraniano no puede tener el mismo efecto que el que tendría, por ejemplo, un supuesto conflicto Chino-Taiwanés.
3) En tercer lugar, el inversor debe preguntarse por el impacto de la contienda en el precio de las materias primas
Por supuesto que la guerra genera tensiones en aquellas materias primas exportadas por Rusia, en especial el petróleo y el gas, de los que Europa en general, y Europa del Norte en particular, tiene una gran dependencia. Sus precios han subido fuertemente desde que se inició la contienda, por miedo a que haya restricciones bien por parte del vendedor bien por parte del comprador.
Adicionalmente, existen otras materias primas, de las que Ucrania es exportadora, que pueden verse afectadas y cuyo precio se ha disparado. Ucrania exporta el 16% del maíz mundial, el 12% del trigo mundial, y el 50% del aceite de girasol mundial. Si la añadimos la exportación rusa a la ucraniana estas cifras quedan en el 18%, el 29% y el 78% respectivamente. Temiendo pues por los suministros los precios de estas materias primas, tanto en lo que se refiere a su producción como a su distribución, se han disparado. Se buscan alternativas que en el caso del maíz pasan por países como Estados Unidos o Brasil, y en el caso del trigo por países como Francia o Rumanía.
En cualquier caso es de esperar una mayor presión al alza del precio de las materias primas. El índice CRB, que refleja a la totalidad de las materias primas, estaba en el nivel 400 justo antes del virus, en febrero de 2020, había subido a 606, justo antes de la invasión, y está actualmente en 625. Las materias primas se han encarecido un 56% pues, desde antes del virus, y la guerra ruso ucraniana les ha dado un empujón adicional.
4) En cuarto lugar, el inversor debe preguntarse por el impacto de la subida del precio de las materias primas en la economía.
De forma inequívoca, aumenta las ya existentes tensiones inflacionistas. Las tasas de inflación estaban ya disparadas antes de la contienda, con el 7,5% de los Estados Unidos, el 5,1% de la Zona Euro, o el 5,5% del Reino Unido. Estaban además empezando a notar la segunda oleada de la inflación, la provocada por los servicios. La primera oleada de inflación fue debida a los bienes, y la segunda probablemente venga liderada por los servicios, con unas restricciones covid que tienen los días contados, y una demanda que va a quedar liberada. Habrá una mayor inflación y una mayor necesidad de subir los tipos de interés para atajarla, probablemente el instrumento más eficaz que exista para frenar la inflación. La FED norteamericana ha declarado ya que la guerra no le va a
impedir subir los tipos de interés, lo cual se espera que empiece este mismo mes de marzo. Le quedan siete reuniones a la FED antes de final de año, y bien podría subir los tipos las siete veces seguidas. Respecto al Banco Central Europeo, que por fin en febrero se había mostrado dispuesto a subir los tipos de interés este año, parece más propenso ahora a efectuar nuevas demoras, lo cual repercute en la subida del dólar frente al euro, y acaba de encarecer aún más las materias primas para la zona euro. Esperamos que el BCE rectifique y acabe subiendo los tipos de interés este año, por lo menos dos veces.
La cuestión más importante está en lo referente si la subida de precio de las materias primas va o no a perjudicar el crecimiento económico mundial. Veámoslo en el caso del precio del petróleo. Los países productores están conformes con un precio del petróleo entre 80 y 90 dólares por barril. Por una parte, les permite a ellos obtener unos beneficios importantes, y por otra parte, no perjudica al crecimiento mundial. Según nuestros cálculos, el precio del petróleo empieza a perjudicarlo si supera los 107 dólares por barril. Recientemente los ha superado, pero lo importante no es el precio puntual sino el precio medio. En lo que llevamos de año, el precio medio es de 94 dólares por barril. Por lo tanto, todo va a depender del tiempo de duración de los precios altos del petróleo.
Respecto a las otras materias primas mencionadas, va a ser muy importante saber, por ejemplo, en el caso del maíz y del girasol, si van a poder sembrarse este año en Ucrania, lo que ocurre entre los meses de abril y mayo, preferentemente.
5) Por último, el inversor debe decidir.
En nuestro caso la decisión final de inversión es doble:
I) Aprovechar para comprar todas las acciones posibles mientras dure la contienda
II) Centrar las compras en aquellos sectores a los que la subida de tipos de interés les favorece
Entre ellos se encuentran, como no, sectores como el bancario o el asegurador, y también sectores
cíclicos como los industriales o las materias primas. Merece un comentario especial el sector
turístico, probablemente uno de los más claros en la actualidad. Se va a beneficiar, por una parte,
del progresivo descenso de las restricciones covid a nivel mundial, y por otra parte, del fuerte
deseo de los consumidores. Las indicaciones de las que disponemos para este próximo verano, en
cuanto a reservas, compra de slots en aeropuertos, etc, son las de un verano de 2022 eufórico.