2024 ha sido un año de cambios y transformaciones en el sector de los medios de comunicación y 2025 se espera aún más apasionante.
Los grandes grupos de comunicación en España continúan lidiando con un entorno muy complejo con multitud de amenazas: algunas provocadas por ellos mismos y otras por la evolución del mercado. Entre otras destacaríamos la caída de demanda de servicios (medido tanto en difusión de periódicos como de audiencia en televisión), la proliferación de fuentes de información alternativas (redes sociales), el deterioro de la credibilidad de los medios (tras años de injerencias políticas más o menos veladas) y el mantenimiento de grandes estructuras de costes que hacen imposible la rápida adaptabilidad al nuevo entorno digital. Pero vayamos por partes. Primero, los hechos.
En cuestión de resultados empresariales tenemos a Mediaset (ahora bajo el paraguas de MFE) y Atresmedia logrando mantener un ligero crecimiento de ingresos en sus negocios principales, gracias al crecimiento de la inversión en publicidad en televisión (c.+1.5% hasta octubre) y complementando esta tendencia con sus ingresos de diversificación.
Esto les permitirá unas cifras de EBITDA similares a las de 2023, consiguiendo un año más mantener sus cifras pese al continuo decrecimiento del uso de la televisión lineal en los hogares españoles, con caídas del c.-5% cada año.
Por otro lado, Prisa ha sufrido la exposición a Latam de Santillana, con impactos en sus resultados provocados por divisas que han desvirtuado sus cifras. En paralelo, el grupo continúa con sus problemas de deuda y los intentos de refinanciarla por ahora no han tenido el efecto deseado.
Por último, Vocento está a punto de cerrar su annus horribilis en el que tras un inicio prometedor en el que se preveían crecimientos a doble dígito del EBITDA, 2024 se cerrará con un EBITDA prácticamente a cero. La salida del antiguo CEO y la interinidad vivida por la compañía durante varios meses, el fuerte deterioro del mercado de publicidad digital y medios impresos y los problemas en algunos negocios de diversificación han provocado que se hayan tenido que tomar medidas drásticas (reducciones de personal) y se esté en fase de una profunda revisión estratégica tras la llegada del nuevo CEO, Manuel Mirat, para sentar las bases de la futura evolución del grupo.
Tras el análisis de la situación podemos intentar separar las consecuencias en dos grupos. Por un lado, Mediaset y Atresmedia cuentan con dos factores positivos: su buena situación financiera y la mayor capacidad de fijación de precios debido al dominio que ejercen sobre su mercado principal, lo que les permite compensar la caída de inversión con aumento de precios para mantener los ingresos.
Ambos grupos también han conseguido crear negocios adyacentes a su actividad principal como la producción audiovisual (tanto de series como de cine) que les permiten utilizar recursos en otras actividades. También han realizado apuestas por plataformas OTT buscando distintos nichos, en las cuales Atresmedia ha tenido un éxito mayor con Atresmedia Player Premium que Mediaset con MiTele Plus.
El desafío para ambos es mantener el crecimiento en los negocios de diversificación mientras se intenta compensar la progresiva caída de inversión publicitaria en televisión a la vez que se mantiene una excelente gestión de costes. Para ello cada grupo ha apostado por estrategias diferentes: mientras que Mediaset (MFE) ha optado por la consolidación europea de operadores para unificar plataformas, centrales de costes y estrategias (con la oposición, por ahora, de la Comisión Europea), Atresmedia se ha volcado en ser el operador de referencia de contenidos en castellano.
Mientras tanto, Prisa y Vocento tienen situaciones diferentes y salen de un punto de partida mucho peor situado.
En el caso de Prisa, la losa de la deuda continúa siendo demasiado pesada para que el grupo coja aire de manera autónoma, pese a la buena evolución de los negocios en los últimos dos años. Por si fuera poco, los rumores de injerencia política en la gestión del grupo (con el ejemplo claro del posible lanzamiento de un canal de televisión en abierto impulsado por el Gobierno, pese a las dudas del equipo gestor) no ayudan a vislumbrar una senda de recuperación orgánica, ya que el posible canal de televisión requeriría unas inversiones adicionales que, hoy por hoy, el grupo no se puede permitir. Adicionalmente, el grupo ha de competir con una industria aún más madura y en decadencia que la de la televisión en abierto: la venta de periódicos que, aunque se esté logrando compensar con las suscripciones digitales, continuará su descenso. En paralelo, el grupo ha conseguido hacer mucho más eficientes sus operaciones, logrando sinergias entre los diferentes medios del grupo y mejorando los márgenes. El negocio de Santillana en Latam continúa muy fuerte, aunque amenazado siempre por los vaivenes de los tipos de cambio.
Por último, Vocento se encuentra en un momento clave de su historia, con la obligación de tomar decisiones drásticas sobre algunos negocios, en un grupo con unos condicionantes accionariales muy especiales (varias familias sin querer ceder poder) y con varios negocios con necesidades fuertes de inversión para su supervivencia. Es el caso de los clasificados, donde sin un tamaño crítico relevante es imposible competir; o en Agencias, donde está habiendo numerosos movimientos corporativos para consolidar el mercado. El grupo ha de decidir por qué áreas apostar y dedicar los recursos porque la situación financiera se ha deteriorado en los últimos dos años.
En definitiva, los grandes grupos de comunicación en España se enfrentan a numerosos retos extrínsecos y de mercado sobre los que actuar siendo el principal el drástico cambio en el acceso a la información de los nuevos consumidores a través de nuevos dispositivos y canales. En la medida en el que los grandes grupos consigan defender una parcela de sus negocios clave y se adapten de manera eficiente a estos nuevos usos, tendrán éxito a futuro.
La actual estructura de medios con tantos grupos no se sostiene en el largo plazo
Lo que vemos claro es que la actual estructura de medios con tantos grupos (cotizados y no cotizados) no se sostiene en el largo plazo y habrá movimientos de consolidación para poder hacer frente a la nueva realidad del sector.