Los bancos españoles comenzarán el próximo día 22 de abril la publicación de los resultados trimestrales. En el año transcurrido, los precios de sus acciones han experimentado un importante grado de volatilidad dependiendo de las previsiones de evolución de la pandemia y, por consiguiente, de las restricciones a la movilidad que los gobiernos han impuesto, fundamentalmente en Europa.
Nuestro gran temor acerca de las consecuencias de la crisis económica provocada por la pandemia fue, desde el primer momento, el incremento de los créditos dudosos, aumento que históricamente se ha observado en todos los momentos de recesión. Sin embargo, y después de un año de recesión, la cifra de activos dudosos no se ha incrementado, es más, la ratio de mora del sector financiero en España ha descendido hasta el 4,54% en enero de 2021 frente al 4,85% de enero de 2020 con una reducción de la cifra de dudosos del 4%. ¿Eran infundados nuestros temores? ¿Repuntarán los dudosos en el futuro?
La gran diferencia de esta crisis económica con crisis precedentes ha sido la cantidad de estímulos tanto de política monetaria como de política fiscal que se han implantado desde que se reconoció la pandemia. El Banco Central Europeo fue el primero en responder, ofreciendo prácticamente “barra libre” de liquidez y relajando los requerimientos prudenciales evitando así un problema de financiación de la economía real, contrariamente a lo que sucediendo durante la Gran Recesión. Las autoridades fiscales, por su parte, han aprobado garantías para nuevos créditos a empresas y autónomos, 100.000 mn EUR en España, cifra que representa un 20% aproximadamente del crédito a empresas, y además se han concedido moratorias en el pago de las hipotecas que, en la actualidad afectan a un 10% aproximadamente del crédito hipotecario residencial.
Gracias a estas medidas, junto con la extensión de los ERTEs, los créditos de nuestro sistema financiero no están entrando en mora. Sin embargo, creemos que una vez se termine este periodo de “anestesia” veremos un repunte de la morosidad, aunque con una intensidad difícilmente predecible. Creemos que el sistema no llegará a las cifras de la anterior crisis, que superaron el 10% de ratio, pero que sí que multiplicarán por dos o tres veces el coste de riesgo recurrente. El cuándo es todavía incierto: los ERTE finalizan tentativamente en diciembre, los créditos ICO se empiezan a pagar en mayo de 2022 y las moratorias hipotecarias acabarán entre mayo y septiembre si no se prorrogan…
Y ahora nos enfrentamos a una temporada de resultados donde los bancos podrían seguir aprovisionando por encima de los que se considera su pérdida normalizada sin que se observe un deterioro real del crédito. ¡Haciendo hucha para los tiempos peores! Además, en este trimestre se verá el impacto negativo de la reducción de los tipos a corto plazo de hace dos trimestres en el margen de intereses, y el de la subida de los tipos a largo de este último trimestre en las ratios de capital por la disminución de las plusvalías de las carteras de disponible para la venta ¡el peor de los mundos! Si a esto unimos que los ahorros de costes operativos derivados de las reestructuraciones de algunas entidades (Sabadell, Santander o BBVA) o los que se generarán en las fusiones (Caixabank-Bankia y Unicaja-Liberbank) todavía no se materializarán, tendremos unas cuentas que no generarán el mismo optimismo que se vio con las del cuarto trimestre de 2020, en las que confluyeron dinamismo en los ingresos, ahorros de costes y buena evolución de la calidad del crédito y la solvencia.