Jaume Puig, Director General de GVC Gaesco Gestión
Retrocedamos al pasado 24 de agosto y pongámonos en la piel de un inversor de nuevo cuño. Observaba éste aquel día como en sólo dos semanas los mercados bursátiles habían caído un 16% (Eurostoxx-50), y si pretendía informarse de lo que estaba pasando utilizando para ello todos los medios a su alcance, se encontraba con una multiplicidad de argumentaciones que “justificaban” la caída, algunas de ellas muy grandilocuentes. Una destacaba por encima de todas las otras en aquel momento: “La economía China tenía problemas”. Observaba este inversor que efectivamente el índice de Shangai había caído un 38% desde los máximos de dos meses antes. Intuía que se trataba de un problema potencialmente importante dado que era conocedor de que en mayor o menor medida China, que representa un 17% del PIB mundial, había sostenido el crecimiento económico en los años Post-Lehman. Su pequeña prospección le autoconfirmó la gravedad del tema y optó por… vender.
Una vez hubo vendido respiró tranquilo, se sintió aliviado a pesar de haber cristalizado unas pérdidas, mantuvo el fruto de su desinversión en liquidez a la espera de tiempos mejores y se olvidó del mercado… hasta esta semana. Dos meses después ha vuelto a mirar los índices para ratificar el acierto de su decisión, y descubre horrorizado que los mercados han subido un 11% desde que vendió. No puede ser. Busca con desespero las últimas previsiones económicas de China y descubre que el Fondo Monetario Internacional ha efectuado unas nuevas previsiones en Octubre y ha dicho que China crecerá un 6,8% en 2015, un 6,3% en 2016 y que crecerá por encima del 6% cada año hasta el año 2020. El crecimiento es bueno, piensa, aun así “seguro que será un crecimiento menor al anteriormente pronosticado”. Mira las últimas previsiones sobre la economía china que el propio FMI había efectuado el pasado mes de abril, apenas medio año atrás, y descubre con horror… que son las mismas que ahora. Luego si no han bajado las previsiones de crecimiento económico en China ni siquiera una décima, no sólo en este año sino tampoco en los cinco años próximos, ¿Por qué se decía que la economía china tenía una problemática que ha resultado no ser?, ¿Por qué cayeron los mercados? ¿Por qué las noticias sobre China han desaparecido de los medios?
Ha sido víctima, sin saberlo, de los temibles dientes de sierra, aquellos movimientos bursátiles que se producen sin causa real alguna. Este hipotético inversor profundiza un poco más en su conocimiento de los mercados financieros, y pronto aprende que se producen entre 3 y 6 dientes de sierra cada año, y que el descenso medio de las cotizaciones es de alrededor de un 15%, luego este descenso del mes de agosto ni siquiera ha sido excepcional; se entera de que en China existen las acciones A, las que compran los chinos en las que él se había fijado, pero también las H, las que compran los inversores internacionales, que ha tenido un comportamiento muy diferente; se entera de que en realidad China debería haber devaluado su divisa en mayor medida, tal y como lo han hecho sus vecinos competidores de Corea del Sur o de Japón, y que si no lo ha hecho ha sido porque China quiere consolidar su divisa como una divisa de referencia en la región, en clara competencia con el dólar; etc. Poco a poco empieza a apreciar lo que ha pasado, y se cuestiona la venta que efectuó sin ni siquiera necesitar el dinero.
No se puede invertir en ningún mercado bursátil sin tener la capacidad de tolerar unas oscilaciones como mínimo iguales a las de los dientes de sierra
Siempre han estado ahí y siempre lo estarán. Son consustanciales a los mercados de renta variable. Dado que seguirán ahí por mucho que los mercados bursátiles sigan subiendo –los máximos históricos del conjunto de bolsas mundiales se produjo el pasado 21 de mayo– el inversor avanzado debe convertirlos en sus aliados. No sólo hay que tolerarlos, sino que hay que aprovecharlos en su favor, el inversor debe convertir las oscilaciones de las cotizaciones en una volatilidad positiva.
¿Y la campaña de resultados empresariales? Hasta ahora las sorpresas de beneficios siguen siendo positivas de forma generalizada. Buenos beneficios empresariales, Opas, salidas a bolsa de empresas, colocaciones aceleradas, múltiplos bajos… En definitiva, un entorno empresarial muy robusto que favorece la persistencia de las alzas bursátiles. ¿Cuándo invertir la liquidez? Cuanto antes mejor.
Artículo publicado en La Vanguardia – Sección Dinero del domingo, 1 de noviembre de 2015