Hemos tenido un gran primer trimestre bursátil con fuertes alzas generalizadas y una muy baja volatilidad. Las empresas han presentado buenos resultados y han reafirmado las expectativas para el conjunto del 2019 en lo que parece ser un año que irá de menos a más. Falta un mes para los nuevos resultados trimestrales y el impase puede ser un buen momento de reflexión.
El inversor podría estar tentado de tener un impulso vendedor. En primer lugar, hemos tenido una fantástica década bursátil con subidas de la bolsa europea de alrededor de un 60%, de las emergentes de un 80%, de la japonesa del 160%, y de la americana del 250%. En segundo lugar, el inversor intuye una pronta subida de los tipos de interés en la zona euro: el euribor hace ya un año que está subiendo, el tipo de depósito para los bancos iniciará la subida en pocos meses a tenor de las recientes palabras del presidente del BCE, y los tipos oficiales subirán a finales de año, con o sin lo que sería un deseable apunte previo del propio Draghi en su última reunión del mes de septiembre, como apoyo al presidente entrante. Por último, el inversor que guarda una memoria corta de lo sucedido recuerda que el año pasado el mercado hizo máximos a finales de enero, en lo que podría ser una reedición del conocido teorema de la telaraña.
La racionalidad, sin embargo, sigue siendo claramente compradora: pese a las fuertes subidas, las cotizaciones siguen siendo muy inferiores a los valores fundamentales de las empresas; la magnitud previsible de la subida de tipos dista mucho de ser dañina para las bolsas, y la memoria del inversor exitoso siempre ha sido de largo alcance. La plena captura del valor empresarial exige de subidas adicionales.
Artículo publicado en La Vanguardia – Sección Dinero del domingo, 31 de marzo de 2019