El 2022 ha arrancado con esperanza en todo el mundo por alcanzar pronto el final de la pandemia. Sin embargo, este nuevo año encara importantes retos con tensiones geopolíticas de gran calado, como las relaciones EE. UU.-China, Rusia-OTAN y la complicada geopolítica de la energía. Ante este escenario, Pol Morillas, Director del prestigioso centro de investigación en relaciones internacionales CIDOB, ha explicado en el último Desayuno de actualidad de GVC Gaesco las claves para comprender las crisis geopolíticas y ha valorado su repercusión global en nuestra sociedad y en el mundo financiero.
Para poder gestionar estos nuevos retos, Morillas ha señalado la necesidad de imponer una nueva lógica de gobernar las transformaciones y las interconexiones ante el período de gran transformación que estamos viviendo. «Necesitamos unos marcos institucionales renovados y unos marcos de gobernanza global con instituciones internacionales más efectivas y legítimas. Estamos en un momento de tránsito entre el mundo que construimos tras la II Guerra Mundial y este mundo actual que demanda gobernar la crisis climática y digital, entre otros», ha apuntado.
En este contexto, Morillas ha destacado que esta nueva lógica de gobernanza debe incluir desde empresas como GVC Gaesco, a ciudades como Madrid y Barcelona, caracterizándose por una pluralidad mayor. «Las empresas como parte del sistema de gobernanza también tienen que responder a inquietudes que cualquier otro actor de gobernanza está sujeto. No solo deben actuar por sus clientes, sino que también deben actuar en clave social, reputacional y en clave de protagonismo de los stakeholders», ha explicado el experto.
«Debemos exigir que las empresas sean más responsables en su poder, ya que forman parte de ese ecosistema de gobernanza como los Estados o las organizaciones internacionales. Por un lado, esto enriquece la gobernanza, ya que responde a las necesidades actuales. Y, por otro lado, la hace más compleja: ¿cómo incorporas a nuevos actores a discusiones sobre el conflicto entre dos Estados?», ha añadido.
Las empresas también deben actuar en clave social, reputacional y en clave de protagonismo de los stakeholders
Por otro lado, el politólogo ha puesto de relieve que, a diferencia de la época de la Guerra Fría, las relaciones entre grandes potencias están más unidas que nunca. De hecho, se ha llegado a hablar de «Chinamérica» como concepto por la dependencia de uno y otro. En este sentido, ha apuntado que «el coste de un conflicto bélico, que es posible, es muy alto para todos los actores de la crisis OTAN-Rusia en Ucrania, porque todos los países están interconectados y dependen unos de otros».
El conflicto Rusia-OTAN en Ucrania
Respecto a la situación actual en Ucrania, Morillas ha asegurado que «es probable que no vaya a suceder una invasión, ya que es altamente costosa, altamente difícil y es un país extremadamente complejo de gobernar bajo un solo prisma de influencia rusa«. El politólogo ha explicado que «estamos ante un conflicto político, básicamente de quién tiene más influencia en esa zona de Ucrania». Aunque la guerra como tal es poco probable, Morillas apunta a una desestabilización permanente por parte de Rusia, dado su status en el mundo y su injerencia en asuntos internacionales.
«Rusia quiere tratar el conflicto con Estados Unidos por una cuestión de reconocimiento e instrumentaliza ese conflicto. Quiere dividir a los europeos y, por eso, en este momento enfatiza el conflicto cuando el gobierno de Alemania aún se está formando en el ejercicio del poder, cuando piensa que Occidente está especialmente débil, cuando piensa que la dependencia energética es más alta y, por lo tanto, se puede apretar la tuerca de las consecuencias de un fallo de suministro del gas ruso», ha asegurado.
Un contexto donde lo nuevo está por venir y lo viejo no acaba de morir es, precisamente, el momento transitorio donde las revoluciones y la inestabilidad suceden
Rusia, actor clave en la transición energética
Este escenario es especialmente complejo debido también al papel de la transición energética. Y es que el papel de Rusia es fundamental en este ámbito. «Tenemos una contraposición entre lo que es la voluntad de reforma de las economías europeas respecto a las transiciones marcadas por el Next Generation, como la transición verde y el cambio de modelo energético. No obstante, estamos aún en fase de transición y todavía dependemos de los recursos energéticos. En este sentido, Rusia sabe que el escenario será distinto en 25 años, cuando hayamos encontrado energías renovables, pero que ahora es su momento«, ha explicado.
Morillas ha destacado que en un contexto donde «lo nuevo está por venir y lo viejo no acaba de morir es precisamente el momento transitorio donde las revoluciones y la inestabilidad suceden, como ocurre con la transición energética y los actores clave como Rusia o Argelia».