Jaume Rey. Gestor de Fondos de Inversión de GVC Gaesco
La vida de un inversor está totalmente marcada por el binomio rentabilidad – riesgo, sobre todo por el primero. Eso es así no sólo porqué la rentabilidad sea lo más palpable y el objeto dónde pone énfasis todo el mundo, sino también por la dificultad que conlleva calcular el riesgo. No obstante, es importante no olvidarnos de dicho riesgo ya que:
- Todos somos adversos al riesgo en mayor o menor medida.
- El rendimiento de la inversión en una empresa vendrá asociado por los cash flows futuros que ésta obtenga, y en consecuencia, no hay que olvidar que, cuando hablamos de las posibles distorsiones de éste estamos hablando de riesgo.
Así pues, ¿qué es el riesgo? La teoría financiera lo ha definido de una manera muy precisa: la volatilidad, la falta de fiabilidad en una inversión. Sin embargo, hay autores que discrepan ampliamente de esa idea. En mi opinión, los que mejor lo han definido son Howard Marks y Nicholas Taleb. Básicamente lo que vienen a decir es que si se ha usado la volatilidad como medida de riesgo es por los motivos siguientes:
- Por comodidad: Es una medida fácil de calcular.
- Por homogeneidad: Es la única manera de poder comparar diferentes inversiones por igual. Por ejemplo, en nuestra industria es fácil ver ratios como el de Sharpe o la Alpha del gestor (que usan la volatilidad en sus cálculos), de manera que los usamos como parámetros de elección relativa de Fondos.
Sin embargo, la realidad es muy diferente. Hay muchos tipos de riesgo y muchas maneras de percibirlo. Es evidente que la volatilidad refleja algún tipo de riesgo, Dicho esto, no creo que se defina bien el mayor riesgo de todos: el miedo a perder dinero.
Asumir que la volatilidad es una buena medida del riesgo es caer en una contradicción si se piensa que los mercados no son totalmente eficientes. Pensemos en grandes fluctuaciones de precio que acaben traduciéndose en altas volatilidades. Si se extrae esta información y se tiene en cuenta para descontar los futuros retornos, se está aceptando que esos cambios de precio son racionales, son correctos y, por lo tanto, se está dando la razón al mercado. Dicho de otra forma, la volatilidad es una buena medida para captar los cambios de precio pero no el cambio de valor de una compañía.
La conclusión es, por muy pobre que parezca, que el riesgo es subjetivo y no podemos llegar a calcularlo a través de una fórmula. Los inversores hacemos que sea imposible porque somos demasiado sensibles a nuestro entorno y, en definitiva, nos equivocamos.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Preguntarnos las cuestiones correctas. Como ya he comentado, lo que realmente preocupa es el miedo a perder dinero. Partiendo de esa premisa, se puede acotar unos criterios de inversión que me ayuden a proteger al menos el principal de mi capital:
- Determinando un margen de seguridad: “No invierto en ese valor porqué mi retorno esperado es demasiado bajo”
- Descartar determinados sectores: A pesar de tener un potencial enorme, sé que el sector está expuesto a demasiados factores que mi compañía no puede dominar, lo que le hará susceptible de cambios de valoración muy frecuentes.
Para terminar, me gustaría puntualizar que no hay mayor seguridad que el estar convencido del valor de una empresa. Es esa seguridad la que te llevará a no vender en los momentos incorrectos cuando, precisamente, haya una gran subida de volatilidad.