Miquel Masoliver. Gestor de GVC Gaesco Gestión
Existe, en el mundo de los fondos de inversión, un candente debate sobre la superioridad de la gestión activa en pro de la gestión pasiva. Ante el hecho de que un porcentaje muy elevado de fondos activos fracasan a la hora de batir al índice de referencia*, los partidarios de la gestión pasiva utilizan el sólido argumento que no tiene sentido alguno pagar las elevadas comisiones de un fondo activo, pudiendo contratar un fondo pasivo o ETF (Exchange Traded Fund), con un menor coste y una operativa más ágil.
No obstante, dos investigadores de la Universidad de Yale, Martijn Cremers y Antti Petajisto, publicaron en 2009 un interesante artículo dónde se explica el por qué de tan elevado porcentaje de fracaso de los fondos activos a la hora de batir el índice.
Para tal fin, los dos autores diseñaron una nueva métrica llamada Active Share, que mide el porcentaje de no-solapamiento entre la cartera de un fondo y su índice de referencia: un valor del 100% significa que no existe ningún valor común entre el índice y la cartera del fondo (gestión puramente activa), mientras que un valor del 0% significa que el fondo invierte en todos los valores que constituyen el índice con las mismas proporciones (gestión puramente pasiva).
Esta nueva métrica fue combinada con el Tracking Error (que cuantifica la diferencia entre los retornos obtenidos por el índice y los obtenidos por el fondo), con el objetivo de clasificar e identificar los tipos de fondos activos que existen en el mercado. Su clasificación consta de cuatro tipos de fondos: