Isabel Todolí, experta en mercados financieros de GVC Gaesco Valencia
La concepción general de las inversiones descansa en la creencia de que las mismas son un juego matemático, un juego táctico con tintes azarosos, y en los que el factor emocional juega un papel ínfimo o inexistente.
No obstante, el sector financiero es conocedor de que las decisiones de inversión y por ende el perfil de inversión ni son totalmente objetivas, ni se basan en un puro análisis financiero técnico dónde el factor emocional no tiene cabida.
Efectivamente, existe una creencia cada vez más consolidada. La psicología, como ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea, es un factor clave a la hora de determinar el perfil inversor y las inversiones a realizar. Se trata del concepto de inversión emocional.
En las últimas conversaciones con inversores se percibe un denominador común con respecto a la situación actual en el mercado, donde el pesimismo se ha adueñado de alguno de ellos.
Si formuláramos la pregunta entre los pequeños ahorradores, a saber, ¿cree usted que sus emociones influyen en sus inversiones?, la mayoría de los inversores respondería con total seguridad en sentido negativo.