Miquel Masoliver, Quantitative Analyst de GVC Gaesco
“Paul is dead”
En septiembre de 1969 empezó a circular el rumor que Paul McCartney de los Beattles estaba muerto. Había muerto en 1966 en un accidente de coche y había sido reemplazado por un doble. Las pistas, según decían, se encontraban escondidas en los álbumes. La canción “A Day in the Life” del álbum Sgt. Peppers relataba el accidente, y la portada del Abbey Road recreaba la marcha fúnebre con un John Lennon de blanco como predicador y un Paul McCartney descalzo como cadáver.
Lo interesante de la anécdota no es la teoría conspiratoria en sí, sino los elementos que la cultura popular encontró para justificar dicha teoría. Y es que el cerebro humano es un engranaje perfecto para lo que se denomina reconocimiento de patrones. Nuestra mera supervivencia dependió de ello: solamente los capaces de distinguir entre una presa y un depredador, o una planta venenosa de una nutritiva sobrevivieron al filtro de la selección natural.
Aun así, “el talento humano para el reconocimiento de patrones es un arma de doble filo: somos especialmente buenos en reconocer patrones, incluso cuando éstos no existen– lo que se conoce como reconocimiento de falsos patrones”[3] o apofenia. Seguir leyendo