Jaume Puig. Director general de GVC Gaesco Gestión.
El efecto que produce en los diferentes agentes un descenso de los mercados bursátiles, aunque sea éste habitual, es digno de análisis. En el mes de junio el índice Ibex-35 ha descendido un 6,7%, y se han buscado una multiplicidad de explicaciones que han corrido como la pólvora, a cada cual más esperpéntica. El abandono del programa de expansión monetaria de la Reserva Federal norteamericana debido al buen momento de su economía, los signos de debilidad de la economía China, el previsible futuro debilitamiento de Francia, la artificialidad del denominado abenomics o expansión monetaria de Japón, la problemática portuguesa, la cuestión egipcia, etc. Demasiados motivos, ninguno de ellos nuevo, por cierto.
Poco importa que, en realidad, el hecho que la Reserva Federal establezca un calendario progresivo para parar su máquina de hacer billetes no introduce incertidumbre sino que la quita; que dado que este dinero nuevo creado durante todos estos años se ha invertido mayoritariamente en los mercados de renta fija, la finalización de este programa afecta muy poco a los mercados de renta variable, y sí en cambio de forma especialmente importante a los de renta fija; o que el motivo por el cual finaliza este programa es precisamente porque su economía va bien, y que ello justamente favorece los resultados empresariales, y por tanto las bolsas. Se lo pueden creer, ¡sigue habiendo inversores que están convencidos, aunque esté fuera de toda lógica, que las bolsas han subido fuerte estos años debido a estos programas! Inaudito pero cierto, será aquello de repítelo que algo queda.