Víctor Peiro. Director General de Análisis
La semana pasada ha sido muy fértil en noticias que se suponía que iban a mover el mercado, tanto, que algunos se habían referido al “gran jueves”. Ya que no ha sido así, la pregunta es si podemos sacar conclusiones sobre ellas. La caída del Banco Popular, las elecciones en el Reino Unido, la reunión del BCE y la comparecencia del exdirector del FBI en EEUU, prometían despertar a la volatilidad, pero no lo han conseguido.
Empezando por el Popular. No vamos a entrar en los efectos devastadores que su declive ha tenido en inversores de acciones ni de títulos de renta fija, pero sí en dos aspectos que están relacionados. El primero es la escasa incidencia que ha tenido en el mercado en general y el segundo, el efecto que puede tener en ciertos activos pequeños y de con riesgo financiero. Respecto al primero, llama la atención como la “liquidación” de uno de los bancos históricos de la banca española no ha incidido sobre la prima de riesgo de España ni de Europa. Si algo así hubiese ocurrido en 2012, no sólo el mercado doméstico se habría tambaleado, sino que otros mercados periféricos lo habrían hecho.
Ahora, sin embargo, el mercado (con la lógica excepción de los perjudicados), ha calificado positivamente la ejecución técnica del mecanismo de resolución bancaria creado hace poco y que ha permitido que se “aísle” el problema, afectando sólo a los pasivos ligados al capital, y que se haya salvado a los depósitos. De no ser así, el riesgo sobre el sector financiero de algunos países habría subido. Pero si nos referimos al segundo efecto, sí es verdad que al menos a corto plazo algo ha cambiado.
La volatilidad SI se ha despertado en ciertos activos. Hemos visto como algunas pequeñas empresas cotizadas, y no sólo bancos, han sufrido descensos importantes estos días. Algunos anticipan que las refinanciaciones con riesgo tienen menos cabida ahora, después de lo visto en el Popular. Nosotros pensamos que no hay que generalizar ni por tamaño de empresa ni por sector. La conclusión vuelve a ser que a la hora de incorporar un título a la cartera hay que tener más en cuenta la necesidad de diversificación cuando mayor es el riesgo.