Josep Castro. Agente Financiero de GVC Gaesco Sabadell
Si preguntásemos a la gente si prefiere 1 millón de euros ahora o 2 millones de aquí a 5 años? ¿Cuál crees que sería la respuesta mayoritaria?
Pues bien, después de realizar una pequeña encuesta a un grupo de personas de mediana edad, la respuesta es la que me imaginaba: La gran mayoría prefiere «el pájaro en mano que ciento volando«.
A decir verdad, tampoco es una decisión fácil y depende de múltiples circunstancias, como por ejemplo:
- La situación personal actual. Sin duda, aquellos que pasen por un apuro financiero, preferirán el dinero ahora.
- La edad. No tomará la misma decisión una persona joven que un anciano de edad muy avanzada.
- La garantía de cobro a futuro. ¿Quién nos garantiza que a 5 años se nos pague la cifra de 2 millones de euros? Esto es lo que se conoce como riesgo de crédito.
- La educación financiera. Una buena base financiera permite tomar decisiones más meditadas y analizar con más información todos los factores.
En definitiva, dependerá de nuestras preferencias por el consumo presente o futuro. Por lo tanto, es lógico pensar que las respuestas tengan grandes dosis de subjetividad; y como decía, depende de la situación y circunstancias de cada uno.
No obstante, el resultado de mi encuesta no dista mucho del experimento que el profesor Walter Mischel realizó en los años 60 a un grupo de niños, el cual llamó “The Marshmallow Test”, traducido como el “Test de la Golosina”.
El Dr. Mischel, de origen austríaco, es un experto mundial en el campo de la psicología. Actualmente afincado en los EE.UU., imparte sus clases en la Universidad de Columbia. Años atrás lo hacía en Standord.
Su famoso Test de la Golosina consistía en ofrecer a niños/as de corta edad (alrededor de 4 años), dos alternativas:
- Disfrutar de una golosina al instante, o bien
- Esperar durante unos 15 minutos sin tocar aquella primera golosina, siendo recompensado al final con una segunda golosina.
El resultado es que, en promedio, 2 de cada 3 niños no conseguían aguantar la espera y se comían la golosina que tienen delante. Por lo tanto, únicamente un tercio esperó todo el tiempo, logrando soportar la presión de no comerse la golosina, porque les satisfacía más la idea de doblar su recompensa.
Alguien puede pensar que mantener a un niño de corta edad durante un tiempo de 15 minutos ante una apetitosa golosina es una gran hazaña, aunque lo sorprendente es verificar que 1/3 de niños/as lograba aguantar la tentación, debiendo alguno de ellos hacer las mil y una para ni siquiera ver la golosina (se tapaban los ojos, se giraban de espalda, escondían la golosina, etc.)
Posteriormente, y de forma reiterada, se han realizado múltiples ensayos siempre con conclusiones muy similares.
Sin embargo, lo absolutamente revelador fue desvelar que, tras un minucioso seguimiento de esos niños, se observó que en la etapa adulta, aquellos que más éxito habían conseguido en sus vidas fueron los que optaron por la segunda alternativa.
Para aquellos que estén interesados pueden comprobar el experimento directamente aquí.
El Dr. Mischel descubrió, años más tarde, que aquellos que mostraron una mayor capacidad de autocontrol en sus impulsos emocionales de consumo inmediato, logrando aplazar la gratificación, eran las personas más propensas a conseguir una carrera exitosa (ya sea en los estudios, deportes, o profesionalmente). Y lo que es más importante, manifestaban más felicidad.
Por el contrario, aquellos niños más impulsivos se caracterizaban por tener una baja autoestima, siendo personas menos competentes socialmente.
Este experimento demuestra que las personas que construyen su futuro con una visión a largo plazo, prefiriendo gratificaciones finales más importantes frente a las de una pequeña recompensa inmediata, tienden a ser más prósperas y más felices.
Para mí es un misterio descifrar cuáles son los mecanismos cognitivos que desencadenan tales comportamientos. Pero para nuestra fortuna, no son instintivos y por lo tanto se pueden aprender.
Aunque este estudio forma parte de la disciplina de la psicología, tiene una gran conexión con el tema de las finanzas personales, ya que uno de los hábitos financieros más saludables es el de construir un ahorro a largo plazo.
El ahorro es la piedra angular de la riqueza. Se trata de un pequeño sacrificio actual a cambio de un mayor bienestar futuro
Justamente eso es lo que experimentan las personas que ahorran, las cuales son más prósperas. Pero ahora, además, gracias a las conclusiones del estudio del profesor Mischel, sabemos que consiguen mayores cotas de éxito en sus vidas y son más felices.