Josep Castro. Agente Financiero de GVC Gaesco Sabadell
La figura del ahorrador es una etapa incipiente que hay que superar de inmediato, tan pronto la suma del ahorro disponible sea mínimamente consistente.
¿Es suficiente con ahorrar?
Con ahorrar no es suficiente. Si de verdad queremos llegar lejos, debemos invertir. Invertir con un enfoque de largo plazo, no a través de la especulación o del trading a corto plazo.
El ahorro no está retribuido y la inflación va mermando nuestra capacidad adquisitiva con el transcurso del tiempo. Por lo tanto, invertir se erige en una necesidad.
¿Por qué es necesario invertir?
El ahorro debe protegerse al mismo tiempo que rentabilizarse. Para ello, es necesario contar con una buena planificación financiera y fiscal para optimizar la inversión pensando en el futuro, planteando un escenario en el que cada vez vivimos más años y la prestación de la Seguridad Social para la jubilación no será suficiente.
Pensar en el largo plazo ayuda a tomar las mejores decisiones de inversión, las cuales deberán ir alineadas con el perfil personal de cada uno, considerando el riesgo máximo que se está dispuesto a asumir y las necesidades de liquidez que surgen en el día a día.
¿Qué hay que tener presente para una buena inversión?
- La diversificación: No poner todos los huevos en la misma cesta. La diversificación amortigua las fluctuaciones bursátiles. Seleccionar adecuadamente los activos es fundamental.
- La capitalización compuesta: Acumular los intereses al capital y hacerlos crecer exponencialmente.
- El tiempo: Mantener una visión a largo plazo.
- El seguimiento continuo: La cartera debe gestionarse permanentemente para ir adecuándola a las necesidades personales y a la situación de los mercados financieros, así como a sus perspectivas para los próximos meses.
Estos elementos serán siempre tus aliados.
No obstante, la rentabilidad no se suele conseguir sin asumir riesgos, aunque sean mínimos.
Existe una gran diversidad de instrumentos de inversión con la que poder cubrir todos los perfiles de riesgo
Por supuesto que a nadie le gusta perder. Yo no conozco a ninguna persona que invierta con esa intención. Todo el mundo lo hace con vocación de ganar, pero siempre se debe ser consciente de que ocurra la posibilidad contraria en el corto plazo. Difícilmente se explicitarán pérdidas si la vocación inversora es a largo plazo.
En la vida, como en las inversiones, debemos esperar lo mejor, pero estar preparados para lo peor
En primer lugar, es importante conocerse a uno mismo y saber cuál es el grado de aversión al riesgo. ¿Cómo me comporto ante el riesgo?
Frente el binomio “rentabilidad/riesgo”, ¿somos más bien de perfil conservador, moderado, o quizás algo más decidido?
Existen metodologías específicas para calificar el perfil de riesgo de las personas y así determinar el grado de aversión al riesgo. Aunque posiblemente ya tengamos una idea aproximada de nuestra orientación personal, siempre es preferible contar con el apoyo de un experto en la materia, quien nos ayudará a discernir.
Un punto muy importante a considerar es el de conocer cuál es nuestro “sleeping point”, es decir, aquel nivel a partir del cual aparece nuestro “insomnio financiero”. Me entenderán perfectamente aquellas personas que alguna vez no han podido pegar ojo por la noche pensando en cuándo se recuperará su inversión…
Así pues, para ser inversor necesitaremos tener algo de “temple”, y capacidad de soportar adversidades derivadas de las inversiones. Esta característica es algo inherente al desarrollo de la actividad. Si no se dispone, mejor dedicarse a otra cosa. Es como aquel que quiere ser médico y se desmaya cuando ve fluir sangre.
No obstante, mi experiencia me dice que a medida que las personas disponen de más y mejor educación financiera, ostentan mayor capacidad de asunción de riesgo. Y esto es muy importante. El conocimiento financiero sobre conceptos como la rentabilidad, el riesgo y la liquidez nos permite aprovechar mejor aquellas oportunidades que se puedan presentar.
Así pues, la aversión al riesgo es una cuestión totalmente subjetiva, depende del perfil psicológico de cada persona así como de su ciclo vital, objetivos financieros y horizonte temporal. En este sentido, un joven emprendedor no tendrá la misma aversión y preferencia al riesgo que una persona cercana a su edad de jubilación. Considerando estas premisas, los criterios de inversión deberán ser también diferentes, ya que los objetivos y horizonte temporal también lo serán.
En consecuencia, invierte según tu capacidad de asunción de riesgo, tu ciclo vital, objetivos financieros y horizonte temporal. Y que nada, ni nadie, te quite tu sueño.