Antoni Bellfill. Director de Gestión de Patrimonios de GVC Gaesco Beka
Si les pregunto por el río Amazonas, la mayoría coincidirán en que se trata del río más grande del planeta. Con una longitud de 7.062 Km y un caudal que supera al del Nilo, al del Yangtsé y al del Misisipi juntos, dicha respuesta no puede más que ser considerada certera.
En cambio, si les pregunto por la Corriente Circumpolar Antártica, el grado de conocimiento probablemente se disipará de forma exponencial. Pese a tal desconocimiento, cuenta con 21.000 Km de longitud, un caudal 2.000 veces mayor que el del Amazonas y está considerada la corriente oceánica más grande del planeta “Un río dentro del océano”.
Los movimientos de fondo suelen ser menos visibles pero mucho más importantes
2016 resultó ser un año extremadamente complicado para el global de operadores de los principales mercados de Renta Variable. La incertidumbre se trasladó en diversos episodios al mercado, llegando a marcar, en la mayoría de índices, rentabilidades negativas de doble dígito. Sesiones como la del 24 de junio serán, sin duda, terreno abonado para futuros relatos de carácter nostálgico.
A modo de nota, simplemente indicar que la reacción de los mercados en dicha sesión y en las inmediatamente posteriores, impidió que un problema político manejable y reconducible se convirtiera en uno financiero inmanejable.
Parece evidente que algo se ha aprendido durante la última década.
Si como inversores les pregunto por los acontecimientos más determinantes del 2016, la gran mayoría coincidirán en nombrar la caída del precio del crudo, la temida, traumática y conocida desaceleración china, el Brexit, la elección de la administración Trump o la debilidad del Sistema Financiero Italiano.
La reacción de los mercados frente a dichos acontecimientos no puede más que respaldar tal respuesta.
Los Bancos Centrales, a modo de “corriente subterránea”, siguieron marcando la agenda y el ritmo de los mercados hasta el desenlace final
Por un lado, la FED solo dio estabilidad a los mismos, cuando a partir del Brexit y contra pronóstico se comprometió a seguir con su Plan de Regularización de Tipos. Curiosamente, tal posicionamiento se adoptó a raíz del hecho que más hubiera justificado una posición acomodaticia.
Dicho compromiso no es menor, porque más allá de mostrar confianza en la robustez del crecimiento americano da visibilidad al sector financiero, verdadero talón de Aquiles de la economía mundial.
A nivel europeo, donde el sistema ha tenido que cargar con una factura extra de 4.000 millones a causa de los tipos de depósito negativos, el camino americano es visto con esperanza.
Por otro lado, de fondo el BCE, de la mano de Mario Draghi, seguía impasible con su Plan de Expansión Cuantitativa.
Desde la crisis subprime, con administraciones sin margen operativo para la aplicación de Políticas Fiscales Expansivas debido al nivel de endeudamiento, el rumbo económico lo han marcado las diferentes Políticas Monetarias aplicadas por los Bancos Centrales.
Esto parece que en el corto plazo no va a cambiar.
La realidad nos coloca al inicio del 2017 con un gran número de incertidumbres, la mayoría de carácter político, pero donde deberemos seguir prestando atención a aquellos drivers realmente importantes.
A modo de resumen, estos drivers básicamente serán dos: la capacidad de la FED para aplicar de forma no traumática su hoja de ruta y la gestión del tapering europeo en base a la circulación del dinero.
2016 tuvo un desenlace positivo, pero es necesario poner en valor que como inversor era muy fácil quedarse por el camino. Tal resultado solo podía ser fruto de una errónea valoración y sobre ponderación de los drivers escogidos.
La evolución del 2017 probablemente pueda presentar también un buen balance final, pero seguro que requerirá estar muy atentos al… Fondo de mercado.