Jaume Puig. Director General de GVC Gaesco Gestión
Los motivos por los que las bolsas han subido en los últimos meses, tanto en julio y agosto como en lo que llevamos de septiembre, son contundentes. Los resultados empresariales están siendo mejores de lo previsto, los datos macroeconómicos también, los multiplicadores a los que se pagan las empresas cotizadas son bajos, las primas de riesgo bursátiles son exageradas, la rentabilidad por dividendos no guarda relación con los tipos de interés, se suceden las opas a precios muy superiores a las cotizaciones, las recompras de acciones son ingentes y, además, la alternativa de inversión que supondría la renta fija está instalada en una enorme burbuja, cuyo pinchazo, con visos de ser histórico, está cada vez más cerca. No hablemos ya de la nula o negativa rentabilidad de la caja.
Las bolsas están pues baratas, tanto en términos absolutos como en relación a otros activos financieros, y es sólo cuestión de tiempo, no mucho a tenor de las bajas volatilidades existentes, el que aceleren su senda alcista
Es la hora de la subida de tipos en EEUU, marcando un camino que otros seguirán. Es la hora de la convergencia de las inflaciones con las inflaciones subyacentes. Es la hora de los sectores de actividad sensibles a las subidas de tipos, de que las empresas cíclicas releven del liderazgo bursátil a las más defensivas, en lo que constituye una sana rotación. Es la hora de que las políticas de los Bancos Centrales favorezcan más a las entidades financieras que a las exportadoras.
Es la hora del inversor de largo plazo, el ya posicionado, el que es suficientemente paciente como para distinguir entre época de siembra, en la que nos encontramos, y época de recolección.
Artículo publicado en La Vanguardia – Sección Dinero del domingo, 25 de septiembre de 2016