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Reconocimiento de patrones

Publicada en 18 febrero, 2016 de GVC Gaesco Publicado en: Artículos, Economía y Finanzas, Nuestros expertos 2

Miquel Masoliver Blog

Miquel Masoliver, Quantitative Analyst de GVC Gaesco

“Paul is dead”

En septiembre de 1969 empezó a circular el rumor que Paul McCartney de los Beattles estaba muerto. Había muerto en 1966 en un accidente de coche y había sido reemplazado por un doble. Las pistas, según decían, se encontraban escondidas en los álbumes. La canción “A Day in the Life” del álbum Sgt. Peppers relataba el accidente, y la portada del Abbey Road recreaba la marcha fúnebre con un John Lennon de blanco como predicador y un Paul McCartney descalzo como cadáver.

Lo interesante de la anécdota no es la teoría conspiratoria en sí, sino los elementos que la cultura popular encontró para justificar dicha teoría. Y es que el cerebro humano es un engranaje perfecto para lo que se denomina reconocimiento de patrones. Nuestra mera supervivencia dependió de ello: solamente los capaces de distinguir entre una presa y un depredador, o una planta venenosa de una nutritiva sobrevivieron al filtro de la selección natural.

Aun así, “el talento humano para el reconocimiento de patrones es un arma de doble filo: somos especialmente buenos en reconocer patrones, incluso cuando éstos no existen– lo que se conoce como reconocimiento de falsos patrones”[3]  o apofenia.

El intérprete

En un artículo publicado en el 2000, el neurocientífico Michael Gazzaniga y coautores se preguntaron por el origen biológico del reconocimiento de patrones y por sus consecuencias [1]. Para tal fin diseñaron un experimento en el que los sujetos observaron señales luminosas intermitentes tanto en la parte superior como en la inferior de una pantalla de ordenador. El objetivo de este experimento consistió en adivinar si la siguiente señal luminosa se produciría en la parte superior o en la inferior. Los científicos ajustaron las señales de tal forma que apareciesen un 80% de las veces en la parte superior.

Este experimento se realizó en primera instancia con palomas, ratas y niños menores de 4 años. En todos los casos sus aciertos se recompensaron con premios. Se observó que, una vez se dieron cuenta que las señales aparecían en su mayoría en la parte superior, seleccionaban siempre la parte superior como respuesta, obteniendo un 80% de acierto y maximizando así su recompensa.

En el caso de los adultos, los resultados fueron distintos. Ya que éstos son buscadores de patrones, intentaron resolver el orden en el que las luces aparecían. Como resultado, su porcentaje de acierto se situó en un 66%. Los científicos los apodaron “competidores de frecuencia”, debido a que aún sabiendo que la señal luminosa aparecía en un 80% de las veces en la parte superior, necesitaban discernir un patrón.

Los investigadores identificaron la parte del cerebro encargada de generar esta tendencia a reconocer patrones y la asociaron con una parte del hemisferio izquierdo llamada el intérprete. Michael Gazzaniga demostró que el intérprete es el encargado de efectuar una búsqueda sistemática de patrones, aunque estos sean falsos[2]. El intérprete recoge la información que tiene a mano y crea una narrativa para inferir unas causas en los efectos observados sin emplear ningún esfuerzo. En situaciones en dónde causa y efecto tienen una correspondencia sólida, no hay problema alguno. Pero en situaciones en dónde la complejidad oculta la causalidad, el intérprete puede equivocarse dando lugar a malas decisiones.

¿A dónde nos lleva todo esto?

Cuando observamos un efecto, el intérprete empieza a buscar de forma automática y sin esfuerzo patrones que expliquen sus causas. Cabe señalar que éste, aun careciendo de toda la información necesaria, es capaz de inventarse las causas con el fin de imponer orden en el mundo.  Esto nos lleva a tomar malas decisiones y a juzgar de forma errónea las decisiones de otros.

No hace falta ir más lejos para observar este efecto. Desde principios de año, los mercados se han visto envueltos en la incertidumbre. El intérprete ha pasado a la acción con todo su arsenal: precios bajos del petróleo y el posible impago de sus productores, la  desaceleración de China o una posible recesión mundial.

Sin un previo esfuerzo intelectual, todas las causas pueden parecer más o menos razonable: el pensamiento anecdótico se produce sin esfuerzo. El único capaz de minimizar el reconocimiento de patrones falsos es el pensamiento científico. Mas éste requiere de un entrenamiento, puesto que uno tiene que saber discernir entre la información útil de la inútil, evaluar sus efectos de un modo objetivo y sacar unas conclusiones consistentes con la información.

Estaría bien recordar que, al fin y al cabo, Paul McCartney sigue vivo.

 

Fuentes:

[1] The Left Hemisphere’s Role in Hypothesis Formation. Gazzaniga et. Al. The Journal of Neuroscience,2000
[2] Principles of Human Brain Organization Derived from Split-Brain Studies. Michael S. Gazzaniga. Neuron, 1995
[3] Cosmos: A Spacetime Odyessey. When Knowledge conquered Fear. Neil deGrasse Tyson
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