Luís García Langa. Agente Financiero de GVC Gaesco Palma de Mallorca
Estaremos de acuerdo en que si hay algo bueno de una crisis es que se puede, y se debe, aprender de ella, y una gran lección que nos ha dado la que estamos viviendo ahora es que las personas que no tengan ciertos conocimientos de economía o finanzas están abocadas a perder parte importante de sus ahorros, ya sea porque ahorren a través de productos de inversión inadecuados o porque se financian sin conocer ni los compromisos ni las consecuencias.
La mayoría de personas, con la anterior afirmación, estarán pensando que me estoy refiriendo a las inversiones en participaciones preferentes o a la problemática actual sobre préstamos hipotecarios (cláusulas suelo, intereses de demora, no existencia de dación en pago…), pero desgraciadamente no hablo solo de estos casos más mediáticos…
¿Cuánta gente tiene un plan de pensiones y no sabe que cuando lo rescate va a tener que pagar un dineral a Hacienda?, o ¿cuántos tienen un “Fondo Garantizado” y tras cinco años no va a tener ninguna rentabilidad?, ¿cuántos han pagado intereses de más del 20% por financiar compras con tarjetas de crédito?, o ¿cuántos hipotecaron su vivienda habitual hace 7 años en otra divisa y ahora deben mucho más de lo que pidieron?… y podría seguir con multitud de ejemplos lamentables como estos.
Se puede pensar que, diciendo esto, estoy culpando a la población por ignorante. Pues ni mucho menos, ya que comprendo que estaba inmersa en una corriente de pensamiento en la que se descontaba que el personal de una oficina bancaria nos asesoraba en base a nuestros intereses financieros. Lo catastrófico es que no era así, y lo estamos descubriendo pagando con creces la poca culpa que teníamos por dejarnos llevar.
Tampoco quiero que este post sirva como crítica a la mala comercialización de productos bancarios (la Justicia dirá si algo más), ya que se ha hablado y escrito sobradamente sobre ello. Además, este no es el portal adecuado, pero sí me permite corroborar una norma financiera: No se fíen de lo que les diga un empleado o incluso director de un banco; es más, no se fíen de nadie en este sentido.
Entonces, si no nos podemos fiar de nadie, ¿cómo podemos tomar decisiones económicas? Es simple: Adquiriendo Cultura Financiera.
Para ver la importancia que debería tener la economía en la vida cotidiana. Basta ver la etimología de esta palabra: Su origen es la palabra griega “oikonomos”, que significa “administración del hogar familiar”; y así es, la economía y las finanzas están en el día a día de nuestras vidas, y no solo cuando compramos algo, que evidentemente una buena parte de la decisión está basada en argumentos económicos (comparativa de precios, coste de oportunidad…), sino porque estamos actuando diariamente dentro de los mercados financieros.
Aquí habrá gente que diga “yo no estoy en los mercados financieros”. Incluso los habrá que aseguren “esto es cosa de malvados especuladores”. Pues en la mayoría de casos (por no decir todos), es un error: el dinero, por poco que sea, que tenemos en una simple cartilla de un banco está interviniendo en los mercados, entonces, ¿por qué no le damos la importancia que se merece y nos formamos al respecto?; ¿por qué no saber qué hace el banco con nuestro dinero? ¿por qué no buscar alternativas? ¿por qué no queremos optimizarlo y hacer el mismo negocio que hace el banco con nuestro dinero?… De nuevo, llegamos a la misma respuesta: Por falta de Cultura Financiera.
Cuando digo que hay que adquirir Cultura Financiera, no pretendo que toda la población sea experta en finanzas (de hecho, esta situación me dejaría sin trabajo), pero sí que, absolutamente, todo el mundo debe tener conocimientos suficientes para valorar y exigir argumentaciones técnicas sobre las ofertas de inversión y financiación que nos lleguen y tomar una decisión al respecto en función de las características económicas y emocionales de cada persona.
Desde luego, como he mencionado antes, la mayor parte de culpa de lo que ha pasado no la tiene la población, pero si a partir de ahora se siguen colocando productos financieros inadecuados sí tendremos la culpa, porque ahora ya sabemos las reglas del juego.
Actualmente, ya hay mucha gente concienciada en este sentido y ya se busca algo de formación o de asesoramiento independiente, pero todavía estamos al principio de este cambio: desde aquí, quiero animar a que la gente se forme, que empiecen por cuestiones muy básicas: efecto inflación, diferencias entre los distintos productos de inversión y de financiación que existen…
Conociendo estos conceptos ya se podrán defender e incluso descartar algunos productos que se ofrecen, pero después pueden ir siguiendo esta formación hasta conocer bien los mercados financieros; y cuánto más se aprenda mejor se optimizará el patrimonio familiar.
A mucha gente le puede dar pereza porque evidentemente requiere un esfuerzo o bien porque no quieren gastar (yo diría mejor invertir) dinero en esta formación financiera. El tiempo ha demostrado que vale la pena y la famosa frase de Albert Einstein ha quedado más que probada “si la formación te parece cara, prueba con la ignorancia”.
Lamentablemente, España es un país donde se le da poca importancia a la formación en cualquier aspecto (sólo 3 de cada 10 empresas utilizan los créditos de la formación bonificada), y la formación financiera ya queda como prácticamente residual, en beneficio de otras materias que den mayor competitividad profesional (idiomas, informática…), algo que me parecería bien si no se descartara la económica. Sinceramente, no entiendo que las personas se dejen la piel en formarse profesionalmente y en trabajar “de sol a sol” para conseguir dinero si luego no le dan ninguna importancia al dinero obtenido, dejando que otros lo manejen a su antojo…