Este año 2020 ya ha entrado por derecho propio en la historia. La pérdida de vidas humanas ha sido grande y el dolor que se genera no se puede cuantificar; las pérdidas económicas también significativas, aunque de alguna manera recuperables con el paso del tiempo y la buena gestión.
La parte económica, con la que nos toca lidiar a los gestores, está siendo un desafío. Hasta el mínimo de los mercados de marzo sufrimos un tsunami bastante considerable con caídas de doble dígito en muchos activos de renta fija y una visibilidad escasa. En ese momento aun desconociendo la magnitud de la crisis y su duración, se produjo un abaratamiento de los activos de renta fija que reseñamos como oportunidad de compra.
Han pasado prácticamente seis meses durante los cuales hemos podido cuantificar los daños; una vez pasado el tsunami se puede ver cómo queda el terreno y esperar que se vaya secando para empezar a construir de nuevo.
Esto es lo que están haciendo las empresas y los gobiernos en este momento; nunca habíamos asistido antes a una acción tan coordinada y rotunda de Bancos Centrales con una Unión Europea que ha conseguido crear un Fondo de Recuperación común. Por su parte, las empresas ayudadas por las políticas monetarias laxas, afianzan sus balances para volver a construir sobre el terreno dañado.
Esto se ha reflejado oportunamente en los precios de los bonos, que a nivel global se han recuperado de la caída. Cierto es que cuando miras el comportamiento de los distintos tipos de activos de renta fija la recuperación no es simétrica. En general, se han comportado mejor los bonos americanos tanto los gubernamentales como los bonos de empresas que los europeos. Y mucho mejor los bonos grado de inversión que los bonos grado especulación. Los motivos son, además del apoyo explícito de los bancos centrales a los primeros con compras directas, el hecho de que su fortaleza previa al tsunami les ha permitido salir antes a flote. Es interesante analizar cómo sectorialmente también vemos asimetrías y aquellos sectores más relacionados con turismo, petróleo, materias primas y autos han sufrido más y han recuperado menos hasta el momento. A las empresas de estos sectores la ola les dio de lleno y con mucha fuerza y necesitarán algo más de tiempo para resurgir.
Esperamos baches en la recuperación ya que a pesar de que en estos seis meses se ha limpiado el terreno y puesto cimientos para construir, los resultados tardarán en apreciarse.
Igualmente, prevemos que suban las tasas de quiebra de las empresas: no todas son capaces de no ahogarse ante semejante situación. En general, hemos asistido a un deterioro de los ratings de calificación crediticia. Es un proceso global tan extendido como la propia pandemia.
Estamos en la recta final de un año que a pesar de sus dificultades está dando oportunidad de añadir valor con la gestión.
Los bonos grados de inversión están cerca de su promedio histórico de diferenciales, no así otros sectores.
Nos parece interesante el crédito corporativo europeo frente al americano y seleccionar nombres que se han quedado atrás en la recuperación en el grado especulativo; así como el sector financiero europeo, en la parte de deuda subordinada donde vemos queda recorrido. De alguna manera se aprecia cierta rotación en los activos de renta fija, de aquellos “elegibles” que ya han hecho gran parte del recorrido hacia aquellos “no elegibles” que pueden tener un final de año de buen comportamiento. Estamos implementando esta rotación en nuestras carteras y gestionando de manera flexible para aprovechar las oportunidades del mercado.