Octavi Serra. Director Oficina Girona
Toda persona que tiene unos ahorros tiene opción de invertirlos en activos mobiliarios y/o inmobiliarios.
En los bienes inmobiliarios uno compra a un precio y, o bien vive en ellos o los alquila. El precio y valor no es líquido y su valoración no es exacta pero sí existen tablas orientativas. En España tenemos claro que, desde 2008, este tipo de bien ha sufrido una devaluación en su valor. Todo el mundo lo sabe pero no es visible ni cuantificado reiteradamente. Al llegar a casa y abrir la puerta no vemos que estamos perdiendo 5.000, 10.000 o 50.000 euros. Es una inversión a largo plazo.
Dentro de los bienes mobiliarios nos encontramos con distintos activos. Los activos de renta fija cotizan en un mercado llamado AIAF, pero la mayor parte de la población no es consciente del mercado secundario y los inversores compran hasta vencimiento para cobrar el cupón. Aunque durante su vida hay riesgo y seguramente muchos de ellos hoy no tienen valor (rendimiento inferior a la inflación), las personas que lo adquieren no son conscientes del riesgo pues es una inversión hasta vencimiento.
Finalmente, dentro de los bienes mobiliarios tenemos los activos de renta variable con liquidez inmediata y valoración objetiva: su cotización. Aquí cuesta encontrar inversores; las personas compran activos de renta variable buscando su revalorización a corto plazo y, si el precio cae por ruidos de mercado, la gente habla de riesgo. El activo es el mismo; posiblemente el movimiento se deba a correlaciones, pero nada relacionado con la compañía, el activo comprado. Así pues, debemos hablar de volatilidad. El riesgo para todo inversor es en la elección de la compañía y el hecho de si se compra “barato”. Si invertimos compramos compañías y no especulamos a corto plazo.
¿Por qué el ahorrador no se comporta igual en este bien que en los otros? Será que la liquidez perjudica las decisiones?
Una parte de nuestro trabajo como agentes financieros debería consistir en racionalizar las decisiones del inversor aunque a veces los ruidos del mercado son estremecedores y ciertos oídos bastante sordos.