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Actualidad en los mercados

La estabilidad actual no es fortaleza, es necesidad

Llevo muchos años viendo cómo se mueven los mercados, y hay algo que cada vez tengo más claro: la estabilidad actual no es fortaleza, es necesidad. Con los Estados cargando más de 100 billones en deuda y un mundo apalancado por encima del 350% del PIB, el sistema no puede permitirse un mercado débil.

No se trata de gusto; se trata de que las emisiones tienen que seguir saliendo sí o sí. Y cuando uno mira el M2, la historia es evidente. Cada refinanciación, cada roll, cada parche fiscal… todo termina engordando la base monetaria. Y cuando la base monetaria crece porque el sistema lo exige, el resultado es siempre el mismo: el dinero vale menos. No es un drama; es simplemente cómo funciona esto.

Ante ese escenario, los flujos no engañan. El capital hace lo que ha hecho toda la vida cuando huele dilución:

  • Oro marcando máximos, haciendo su trabajo sin hacer ruido.
  • Materias primas y energía recuperando protagonismo, esta vez por fundamentos y por necesidad.
  • Bitcoin, que nos guste o no, ya juega en la liga de los activos de resguardo.
  • Y la renta variable… aquí está la parte interesante. Se está dejando atrás el “cuento” del growth perpetuo y se está volviendo a negocios con caja real, pricing power, activos detrás y capacidad de repartir

 

Nada nuevo: cuando la moneda se erosiona, los equities de verdad vuelven a ser refugio.

No hay euforia. Hay un mercado sostenido desde arriba porque el sistema se apoya en él. Y mientras las emisiones sigan, mientras el M2 no deje de crecer, veremos más rally nominal y menos valor real. Esto es así.

Ahora, en este cierre de año, noto algo muy típico de los periodos de transición: las carteras se recolocan y el mercado se afina. Todos preparándose para un ciclo 2026–2030 que, salvo sorpresa, vendrá con más de lo mismo: más deuda, más vencimientos, más dependencia del mercado para que todo siga en pie.

Al final, esto no va de optimistas contra pesimistas. Va de entender la mecánica.
Y el que entienda la mecánica, no sólo protege su capital—lo posiciona donde toca en un mundo donde preservar valor ya es una disciplina en sí misma.