Albert Enguix. Gestor de Fondos de Inversión
Como en la mayoría de situaciones en esta vida, los resultados mandan. No hay evento de diferente índole que no sea previamente analizado y posteriormente evaluado. Ejemplos hay muchos y diversos: Resultados en unas Elecciones, los rendimientos de los Fondos de Inversión, los réditos académicos de nuestros hijos, etc.
La delgada línea que determina éxito o fracaso es evaluada en base a un punto de perspectiva (el famoso pivote), el cual, en anteriores posts, he analizado con detenimiento.En este caso, no me voy a centrar en los aspectos psicológicos que explican este hecho porque al final solo se trata de un comportamiento.
En este post hablaré de un acontecimiento que deportivo que ocurre una vez cada cuatro años: los Juegos Olímpicos.
Curiosamente, antes de que empezaran (también después), tuvimos oleadas de noticias relacionadas con un análisis inicial y su posterior evaluación. En los medios de comunicación se difundían estudios de probabilidades sobre cuántas medallas iba a conseguir cada país, calculando para ello series de probabilidades históricas.
Cito un ejemplo que apareció en un periódico de tirada nacional: Los técnicos especializados en cálculos olímpicos, esclavos de sus métodos, disienten y fijan para la cita brasileña una perspectiva de 13 medallas aunque, matizando, advierten de que en la proyección que harán en junio -la más certera- aumentan dos o tres las medallas previstas. “Los cálculos no son tan sencillos como trasladar el número de medallas conseguidas en unos Mundiales o en unos Europeos”, señala un especialista de varios ciclos olímpicos. “Los porcentajes de probabilidad, que nunca pueden llegar a un 100% se establecen según resultados, posición en el ranking, estado de los rivales, qué rivales se han clasificado o lesiones, por ejemplo”. Tampoco se olvidan los técnicos de las condiciones ambientales, las temperaturas y la humedad de Brasil y la diferencia horaria, que suelen afectar negativamente a los deportistas españoles.
Más allá de los análisis que se puedan realizar incorporando factores como la humedad ambiental, el jet-lag o el estado de ánimo de un profesional (estoy intrigado en cómo pueden modelizar el estado de ánimo de un deportista), cabría considerar que los deportistas profesionales deben estar acostumbrados a competir en todo el mundo en condiciones adversas. Por ello, es mucho más sencillo, para quien quiera construirse sus propias perspectivas de medallas, una simple Simulación de Montecarlo. Solamente necesitaremos un Excel, dos variables sencillas de calcular: promedio y desviación típica, y la aleatoriedad. Si analizamos el medallero español desde los Juegos Olímpicos de Barcelona, los dos anteriores parámetros y una muestra por encima de 100 podemos aproximarnos bastante a lo que hubiera sucedido.
La gráfica obtenida es la siguiente:
Se observa rápidamente un patrón una distribución de frecuencias en el medallero español que se sitúa entre 15 y 20 medallas por participación.
Una vez ya conocidas el número de medallas, las noticias se centraban en buscar relaciones tangibles con el éxito obtenido de cada delegación. Para ello, se ha buscado relacionar el número de medallas a través de parámetros tan dispares como el número de participantes por delegación. En este caso, el ganador es Azerbaiyán con una medalla por cada tres atletas.
Otro parámetro utilizado ha sido el número de habitantes de cada país. Aquí, los ganadores han sido las pequeñas islas del caribe (Granada-Bahamas y Jamaica).
Por último, no podía faltar la evaluación en función de la riqueza de un país. Nuevamente, los países caribeños encabezan la lista, curioso.
Finalmente, el resultado del medallero ha sido EEUU (121 medallas, 46 de ellas de oro), Reino Unido (67 medallas, 27 de ellas de oro) y China (70 medallas, 26 de ellas de oro). Por su parte, España se ha situado en el número 14 en la clasificación, con 7 oros, 4 platas y 6 bronces (17 medallas en total).
Esto me hizo llegar a la conclusión de que no hay mucha correlación entre el número de medallas con la riqueza, el número de atletas participantes o el número de habitantes por país, con lo que me hice una pregunta: ¿Qué es más importante: el análisis y la estimación de resultados previo o la justificación posterior del análisis previo de los resultados? Curioso, ¿verdad?
En mi opinión aunque los dos son importantes, ninguno de los dos es determinante. Deberían primar variables de otra naturaleza que no se pueden medir como, por ejemplo, el esfuerzo, la suerte, la perseverancia o la actitud.