La perspectiva de una pronta vacuna ha reducido drásticamente la volatilidad del mercado. ¿Quién venderá acciones con tantas vacunas ya en fase III, la última?. La covid-19 impactó en los mercados hace sólo medio año, causando prácticamente un mes de fuertes descensos. Le sucedieron unos tres meses de imponentes alzas y los últimos dos de relativa tranquilidad. Entramos ahora en el último cuatrimestre del año, el decisivo. Poco importa que los resultados empresariales del segundo trimestre, los del confinamiento de Occidente, hayan sido mejores de lo previsto tanto en ventas como en costes, lo único relevante sigue siendo el virus.
Hemos vivido un verano-covid donde ha imperado, a nivel global, un proteccionismo turístico de Estado, perjudicándose más lógicamente a aquellos países receptores netos de turistas, aunque en muy diferente grado entre ellos, como las cifras reflejarán. El turista habrá advertido, sin embargo, que las vivencias que persigue no tienen nada que las sustituya. Igualmente, las personas que han descubierto la ‘vpn’, una tecnología de no menos de dos décadas, o las videoconferencias, de al menos una, habrán podido experimentar las limitaciones de su uso intensivo. Considerar, así mismo, a las empresas logísticas como una revolución debería consultarse antes, como mínimo, con los Dabbawalas de Bombai.
La covid-19 dejará de ser ‘la noticia’. Mediáticamente es muy resiliente, ha seguido siéndolo incluso cuando la única serie de datos homogénea, la de fallecidos, hace tiempo que evoluciona bien. Tendrá que ser, como no, la ciencia la que lo resuelva. Ello conllevará un doble derrapaje, el de los mercados bursátiles, de subida, y el de los sectores cíclicos, liderándola.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 30 de agosto de 2020