Jesús Muela. Subdirector General de GVC Gaesco Valores y Responsable del negocio de Corporate Finance.
No es la primera vez que la democracia italiana se expresa de forma sorprendente. Hace veinte años fue elegida diputada una conocida actriz, cuyo mayor logro a juicio de todos fue exhibir su desnuda anatomía en las sesiones plenarias de la cámara para alegría del resto de diputados. Esta vez, la sorpresa electoral ha venido de la mano de un comediante-humorista con programa anti-sistema, que ha sido capaz de obtener el triple de votos que la persona que fue designada por la autoridad europea hace poco más de un año para reconducir la difícil situación de la economía y finanzas italianas.
A pesar de estas circunstancias, la complejidad para formar gobierno y la dificultad para gobernar era ya en gran parte un riesgo descontado por los inversores. Adicionalmente, hoy, Italia ha tenido la ocasión de comprobar durante la subasta de deuda las bondades de la inestabilidad política en propia carne.
Mande quien mande en Italia, políticos-empresarios, izquierdistas o personajes anti-sistema, para financiarse en los mercados el país tendrá que emitir papel, y un país con semejante endeudamiento -aunque sin déficit primario y buena parte de la deuda en poder de los residentes- y bajo crecimiento tendrá dificultades en hallar financiación si no es mínimamente serio en la toma de decisiones. Para aumentar el déficit es necesario que los mercados financien: esta “ley” que no se puede cambiar en los parlamentos ni siquiera por mayoría no la tienen presente los candidatos cuando redactan sus programas electorales.
El episodio de volatilidad debido al miedo provocado por los resultados de las recientes elecciones en Italia ha sido una nueva prueba de fuego del aguante de la infravalorada Bolsa española, una nueva referencia clara de precios base de las acciones. Sigo convencido de la bondad de la inversión en acciones cotizadas en España. Existen buenas oportunidades en empresas castigadas por la sobrevaloración de los riesgos.