Íñigo Recio. Analista
La compra de la italiana Ilva es una operación estratégica para ArcelorMittal porque no tenía presencia industrial en Italia, porque supone hacer frente a las importaciones de acero en el mercado italiano, que es una de las principales puertas de acceso a Europa del acero extracomunitario (principalmente asiático), y porque puede permitir una mayor disciplina de precios del acero en Europa
ArcelorMittal, el mayor fabricante de acero mundial con presencia industrial en buena parte de Europa, atendía a sus clientes italianos desde otras fábricas europeas. Ilva es la mayor fábrica integrada de Europa y se encuentra al lado del puerto de Taranto (Sur de Italia). Está infrautilizada, pues tiene una capacidad de producción de acero de 8 m/t y solamente está autorizada a fabricar 6 m/t de productos planos por los problemas medioambientales generados, especialmente por uno de sus hornos. Ilva, además de fabricar acero y de laminarlo, podrá aprovechar la gran capacidad adicional de laminación de sus instalaciones para procesar más acero transportado desde otras fábricas del grupo y mejorar la rentabilidad.
Con Ilva y el apoyo de su socio italiano Marcegaglia, ArcelorMittal podrá suministrar acero desde Italia a sus clientes y recuperar parte del negocio que han “conquistado” las importaciones durante los últimos años, dada la progresiva pérdida de calidad y competitividad de la planta italiana hasta hace unas semanas nacionalizada.
Pero la tarea de ArcelorMittal va a ser ardua. Además de pagar un precio de 1.800 m EUR por las instalaciones (durante los dos primeros años en forma de alquiler a 180 m EUR/año), la compañía tendrá que hacer inversiones relevantes por otros 2.400 m EUR. Una parte importante de las inversiones se destinará a mejoras medioambientales (1.100 m EUR) y el resto se destinará a la puesta a punto y actualización de los hornos altos y resto de instalaciones.
Ilva, que generó un EBITDA negativo de -220 m EUR en 2016, alcanzará un EBITDA positivo de, al menos, 20 m EUR en 2018 gracias a un proceso de ajuste de plantilla y a la generación de sinergias logísticas y de compras, que totalizarán 310 m EUR hasta 2020. En ese año, el resultado operativo podría alcanzar los 340 m EUR y, más adelante, cuando, la compañía cumpla la normativa medioambiental y pueda aumentar la producción de acero, la rentabilidad de la planta se situará a niveles similares a los que tienen el resto de las fábricas europeas del grupo. En este escenario, Ilva ya podría alcanzar el EBITDA de unos 550 m EUR, un 22% del EBITDA del negocio europeo de 2016.
Dentro de unos años, si los hitos se van cumpliendo, podremos ver la transformación de una planta ruinosa económicamente y peligrosa medioambientalmente en una fábrica rentable y que cumple con la normativa medioambiental.