El PIB Mundial está en sus niveles máximos históricos. En los últimos 10 años el mundo ha crecido a una tasa anualizada del 3,8%, la misma tasa que en los pasados 20 años. En los últimos 30 años ha sido del 3,6%, y del 3,5% en 40 años. Las previsiones de crecimiento para los próximos cinco años del F.M.I. son del 3,6% anualizado, muy en la media histórica. Todo ello por supuesto en términos reales, descontando la inflación. En términos nominales son superiores.
Ha empezado ya la campaña trimestral de resultados empresariales, que será nuevamente muy positiva. No lo digo por el 15% de empresas que han publicado ya los resultados en Estados Unidos y en Europa, y que evidencian crecimiento tanto de ventas como de beneficios, y sobre todo una sorpresa positiva en ambos. Lo digo especialmente por el centenar de empresas cotizadas de muchos países y sectores diferentes que hemos visitado en estos seis meses, que reflejan una realidad empresarial muy sólida, y sin duda diferente a la opinión pública predominante. Fruto de la fortaleza de su actividad, las empresas empiezan a notar los bajos niveles de paro en términos históricos, en lugares como los Estados Unidos, la Zona Euro, China o Japón. El factor trabajo, sobretodo el especializado, se va a encarecer.
El principal riesgo es el creciente debilitamiento de los órganos de gestión de los principales bancos centrales del mundo. Se están volviendo más maleables a las demandas políticas que, por supuesto, exigen contención de los tipos de interés. No implica riesgos inminentes, pero sí a unos años vista.
La principal oportunidad es que la bolsa no está actualmente de moda, lo cual no es poco. Moda y rentabilidad futura no casan bien.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 21 de julio de 2019