Inversión

Inversión en bolsa, ¿qué fue primero? ¿la vocación o la formación?

He escuchado recurrentemente un argumento que no puedo aceptar. El que defiende que no todo el mundo puede ser inversor en bolsa.

A menudo se utiliza la parábola del médico y la sangre para explicar este hecho y que voy a tratar de sintetizar en beneficio del lector: “Aquella persona aprensiva que no pueda ver la sangre correr, no puede ser médico cirujano“.

Estoy como ya he dicho, en contra de este argumento, por dos motivos: Primero, estamos comparando una vocación como es la medicina, con algo que tiene un porqué muy concreto y definido (rentabilizar el ahorro) y que requiere poco más que tomar una decisión racional y bien fundamentada.

El segundo motivo, que por cierto es el “Leit Motiv” de este post, no deja de ser una extensión del primero. Ser cirujano, es una vocación, o la tienes o no la tienes. Si no la tienes, entonces tienes miles de alternativas para ganarte la vida, en cambio con la inversión en bolsa esto no pasa.

Ser inversor en bolsa no es una vocación sino como ya he dicho, un medio para rentabilizar los ahorros de las personas y las empresas. Alternativas tan liquidas, rentables y que se adapten cuantitativamente a los ahorros de las personas o de las economías domésticas como la Bolsa, simplemente, no existen. Hagamos la prueba. ¿Cuántos inmuebles “PRIME” podemos comprar con 10.000€? O es igual, vamos a subir la apuesta, imaginemos 50.000€ o 100.000€. Pues bien, la bolsa es el activo que hace posible que con este importe sí sea posible comprar acciones de las empresas más “Top o Prime” que existen en el mundo y que obtienen sus beneficios, ayudando con sus productos y servicios a toda la humanidad.

¿A dónde voy?

En mi opinión no hay un carácter concreto ni vocacional para la inversión en bolsa. Es como el amor (permítanme la comparación), no existe edad para la inversión en bolsa, ni sexo y por encima de todo, no existe un carácter concreto de inversor en bolsa. Para ser un excelente inversor no es necesario ser bueno jugando al ajedrez, al póker, ni tener el carácter frío y metódico de un astronauta o de un piloto de caza militar.

En todo caso, y en mi humilde opinión, lo que SÍ cabe distinguir, es por un lado el inversor formado y (consecuencia directa de lo anterior) bien informado y por otro lado, el inversor sin brújula ni criterio en medio de la tempestad.

El pasado mes de marzo, hemos vivido el episodio de volatilidad más importante de las últimas décadas. Han salido incluso a la luz frases lapidarias como la del mismo Warren Buffet diciendo: “He tenido que esperar 89 años para ver una situación como la actual”.

Con todo esto, el miércoles de la semana pasada leí un artículo en un conocido periódico de color salmón que decía que, durante el mes de marzo, habían salido 5.100 Millones de fondos de inversión.

Después de leerlo, me quede pensativo. Podía ver el futuro de estas personas que han vendido en momentos de pánico, renegando de la bolsa para el resto de sus vidas, algunos de ellos nunca más invertirán y perderán la oportunidad de ver crecer sus ahorros, otros volverán a hacer lo mismo que han hecho ahora y lo que es peor, con el mismo resultado. Mientras contemplo las calles desiertas y el pasar de las golondrinas desde el confinamiento de mi balcón me pregunto también, por qué nadie les ha explicado a estos inversores que podían hacerlo todo menos vender.

1) Esperar a que pase la tempestad (no sabemos cuándo, pero sabemos que pasará)

2) Comprar más, sin caer víctimas esta vez de una emoción opuesta al miedo, la codicia y sin saltarse las normas de la inversión que deben regir toda inversión en renta variable (diversificar e invertir solo el dinero que no vayamos a necesitar)

Las personas somos seres racionales, pero también emocionales. Los asesores financieros debemos utilizar ambas palancas, por un lado explicar la situación de una forma pragmática evitando caer en dramatismos, pero por otro lado debemos hablar al cliente con el corazón en la mano. Qué cuesta decirles: “Ahora preocúpese de su empresa, de su vida personal, de la salud de los suyos, de buscar oportunidades que como en toda crisis seguro que las hay y las va a haber. Es decir, preocúpese de todo menos de sus ahorros. Ya me preocupo yo por ellos. Llámeme siempre que lo considere, sino tendrá noticias mías y por defecto nos emplazamos en unos meses”

Es verdad, no sabemos lo que va a acontecer en unos meses, pero si sabemos algo. Cuando los mercados están en modo pánico, descuentan siempre el peor de los escenarios.

 

Pero el pánico tiene una cosa buena, SIEMPRE ES PASAJERO. Cuando el pánico se vaya unos se alegrarán mientras que otros desearan que vuelva para recomprar lo que nunca deberían haber vendido.