Juan José Berrocal. Ejecutivo de Cuentas
Vivimos tiempos de constante revolución tecnológica. La economía llamada digital está tomando el dominio en diferentes campos con alto componente de innovación, y es aquí donde podría entrar el debate entre la dualidad de seguir poniendo en valor o no el llamado factor inteligencia emocional frente lo que viene a denominarse inteligencia artificial, todo ello de cara a esta nueva realidad de hacer y entender el actual entorno socioeconómico.
La economía digital viene cargada de transformaciones: Blockchain, digitalización de los sentidos, biochaching,… y lo que está por llegar.
Todas ellas necesitan de ambas corrientes para darle un desarrollo en el tiempo ya que el mundo se encuentra en proceso imparable de digitalización. Se dice que para el año 2020 llegarán a estar conectados 29.000 millones de dispositivos, una revolución que no puede dejar atrás todo lo bueno que el ser humano tiene y que puede seguir aportando. Estas tecnologías se diseñan por y para personas y no cabe duda que esta llamada Cuarta Revolución Industrial viene para modificar sustancialmente la manera en que trabajamos, vivimos y nos relacionamos.
Con todo ello, sería un gravísimo error transcendental obviar el inmenso potencial vital que la inteligencia emocional ofrece. Afortunadamente, hoy en día existen empresas que continúan invirtiendo grandes cantidades de dinero en formar a sus empleados en el campo de la Inteligencia emocional. Dichas empresas logran alcanzar sus objetivos y adaptarse al entorno cambiante porque sus colaboradores aplican estas técnicas en la labor comercial.
Las nuevas corrientes en RRHH manifiestan la importancia de encontrar candidatos con habilidades interpersonales y con gran dominio de las emociones, pues aquellos colaboradores con alta inteligencia emocional resultan más productivos para las empresas. Un reciente estudio de la Universidad de Yale relativo al éxito profesional otorga un valor del 20% a la formación académica y un 80% a la inteligencia emocional. Ejemplo de ello serían las actitudes positivas.
Otras investigaciones destacan, por decirlo así, dos habilidades:
- La formacion de equipos
- La capacidad de adaptación a los cambios
Este artículo pretende reforzar la idea de que ambas inteligencias, la emocional y la artificial, pueden y deben coexistir, que deberían de ser compatibles, ir en la misma dirección y con ello llegar a ofrecer mayores cotas de prosperidad al ser humano.
Recientemente y en referencia a lo anteriormente comentado, la división de Facebook de inteligencia artificial tuvo que suspender un programa que había diseñado porque se estaba retroalimentando generando su propio lenguaje.
La inteligencia artificial está tomando velocidad de crucero en varias aplicaciones:
- Entornos web
- Industria de videojuegos
- Robots autónomos (un ejemplo podría ser la conducción autónoma)
Todas estas aplicaciones y otras tantas emanan del concepto del Algoritmo –serie de instrucciones o reglas que por medio de pasos posibilitan dar un resultado o solución-.
En nuestra realidad profesional, el llamado Trading Automatizado se nutre de sistemas algorítmicos. En mi opinión, hoy por hoy la inteligencia emocional ofrece más componente de control, y si no bastaría con recordar el Flash Crash de Mayo del 2010 donde una firma de trading de alta frecuencia fue causante del pánico tras ordenar la venta de 75.000 contratos de futuros del S&P 500 usando algoritmos. Una orden de este calado puede tardar en ejecutarse en horas de sesión, pero la firma de trading de Alta Frecuencia la realizó en veinte minutos. Se dice que el algoritmo estaba programado para ejecutar la venta sin importar la hora o el precio de esos contratos. Evidentemente, con semejante caudal de volumen desencadenó el famoso Flash Crash.
iShares Automation & Robotics UCITS ETF USD (Acc) (EUR) | 2B76
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