La volatilidad de la renta variable en el año 2023 está siendo baja. Si analizamos cinco índices de renta variable: Eurostoxx-50, Ibex-35, S&P500, Nasdaq100 y Nikkei225, constatamos que su volatilidad es un 23% inferior a la media histórica. En todos los índices está por debajo, si bien la más cercana a la media es la del S&P500 (solo un -11%), y la más lejana es la del Nikkei225 (-37%). La bonanza de los resultados empresariales y sus buenas perspectivas, como mínimo para los dos próximos trimestres, contribuyen al actual estado de calma bursátil. Pese a las fuertes alzas acumuladas en el año, la renta variable está muy tranquila, con la expectativa de nuevas subidas.
En la renta fija, por el contrario, la volatilidad es muy alta. Si nos atenemos a los bonos a diez años de estados unidos (T-bond), de Alemania (Bund) y de Inglaterra (Gilt), observamos que su volatilidad es un 49% superior a la media histórica. La más cercana es la del bono americano (solo un +22%), mientras que la más lejana a la media es la del alemán (+90%). Una volatilidad elevada indica que un mercado está buscando su equilibrio. El mercado de renta fija está intentando encontrarlo, sin éxito hasta la fecha.
El momento de la verdad para la renta fija está aún lejos, ya que no será cuando se hayan alcanzado los máximos tipos de interés de corto plazo, los denominados terminal rates (de subida), lo cual ocurrirá este año, sino una vez estos tipos hayan bajado ya. Sea en el 2024 o en el 2025, cuando termine el anunciado descenso de tipos, lo relevante será saber dónde pararán, cuál será el terminal rate (de bajada). La volatilidad de la renta fija persistirá mientras su equilibrio siga en búsqueda y captura.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo 4 de junio de 2023.