Los beneficios de las empresas cotizadas no paran de crecer. Así fue el año pasado, así está siendo este año, y así es la previsión de consenso para los venideros. Las cotizaciones, en cambio, van rezagadas, y en los últimos doce meses no han seguido el ritmo de los beneficios.
Los elementos que están actuando de tapón tienen forma de amenazas potenciales: La guerra comercial o un brexit duro. Ambas tienen tres puntos en común: unas escasas probabilidades de ser realidad, un impacto decreciente, y una fecha de caducidad cercana. Cualquiera que analice los datos macroeconómicos chinos conoce que es la fortaleza de su consumo interno la base de su fuerte crecimiento económico, y sabe que Trump no puede ganar la guerra comercial. Hace 15 años tal vez… pero no hoy. También lo sabe aquel que haya visto bailar a la gente en las aceras de la calle comercial Wangfujing en Beijing, en una euforia poco contenida; el visitante de la Ciudad Prohibida que ha tenido que sacar entradas con días de antelación, al imponerse por vez primera una limitación de 80.000 personas/día; o el que haya sufrido el establecimiento sistemático de sentidos de la marcha por parte de la policía en la famosa calle Nanjing Road de Shangai, en su aproximación al Bund, para control de una multitud turista mayoritariamente … china.
Cuando no hay ruido las bolsas suben y las empresas de múltiples bajos o “value” suben mucho más que las de múltiples altos o “growth”. Cuando hay ruido todo lo contrario. El mes de setiembre ha empezado muy bien, no sólo las bolsas han subido sino que además las empresas “value” han batido en mucho a las “growth”.
¿Estamos al inicio de la tan pronosticada fase “value” a nivel mundial? Probablemente sí.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 15 de septiembre de 2019