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El factor emocional en los inversores

Publicada en 28 septiembre, 2015 de GVC Gaesco Publicado en: Economía y Finanzas, Nuestros agentes

 

Isabel_todoliIsabel Todolí, experta en mercados financieros de GVC Gaesco Valencia 

La concepción general de las inversiones descansa en la creencia de que las mismas son un juego matemático, un juego táctico con tintes azarosos, y en los que el factor emocional juega un papel ínfimo o inexistente.

No obstante, el sector financiero es conocedor de que las decisiones de inversión y por ende el perfil de inversión ni son totalmente objetivas, ni se basan en un puro análisis financiero técnico dónde el factor emocional no tiene cabida.

Efectivamente, existe una creencia cada vez más consolidada. La psicología, como ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea, es un factor clave a la hora de determinar el perfil inversor y las inversiones a realizar. Se trata del concepto de inversión emocional. 

En las últimas conversaciones con inversores se percibe un denominador común con respecto a la situación actual en el mercado, donde el pesimismo se ha adueñado de alguno de ellos.

Si formuláramos la pregunta entre los pequeños ahorradores, a saber, ¿cree usted que sus emociones influyen en sus inversiones?, la mayoría de los inversores respondería con total seguridad en sentido negativo.

El estudio de la “radiografía emocional” puede ayudarnos a determinar qué impacto tendrán las influencias emocionales del inversor en sus decisiones financieras. Parece un buen punto de partida tanto a la hora de determinar el perfil del inversor (útil desde un punto de vista de la clasificación del mismo), como una cuestión sobre la que reflexionar desde un plano personal con anterioridad a la realización de una inversión. Todo ello en la medida en que el inversor en su condición de ser humano, se ve directamente influenciado por las emociones en su proceso de toma de decisiones, siendo las inversiones por supuesto, no ajenas a esta influencia.

Dicho esto, si hiciéramos un ranking de las emociones que influyen en las decisiones de inversión, sin duda, el primer puesto estaría ocupado por el miedo. Y tanto es así, que para medir el factor de miedo en el mercado el Chicago Board Options Exchange (CBOE), creó en el año 1993 el índice VIX (Volatility Index, Índice de Volatilidad), que es conocido en el argot financiero como el indicador del miedo.

La importancia del indicador reside en que mide “la volatilidad” respecto de los operadores que contratan con las opciones sobre el S&P 500 a 30 días de vencimiento, es decir, mide la variación que esperan estos operadores que sufra la bolsa americana.

No hay que perder de vista que el VIX  no sirve como indicador avanzado para vender o comprar un activo o índice. Es decir el VIX empezará a subir cuando la bolsa haya caído y caerá cuando la bolsa haya subido, por lo que es un indicador retardado o en el mejor de los casos coincidente.

Sin perjuicio de lo anterior, existe un denominador común en los inversores efectivos. Estos son capaces de aprovechar el factor emocional de las inversiones a su favor, integrándolo en su proceso de inversión, usando por ejemplo el factor miedo, el VIX, como un indicador que puede otorgar un antecedente relativamente fiable a la reacción que el mercado tendrá en el caso de un escenario atípico, consiguiendo de esta manera racionalizar en cierta medida el factor emocional de las inversiones.

Así, cuando se esté planteando iniciar una inversión, un inversor eficaz debería ser capaz de determinar no sólo sus objetivos y el nivel de riesgo que esté dispuesto a asumir, sino también debería sentar un parámetro de factor de miedo que esté dispuesto a soportar antes de deshacer el camino y comprometer sus objetivos de inversión, ya sean a corto, medio o largo plazo.

Todo ello, recordando siempre que las mejores garantías para una satisfactoria inversión pasan por contar con dos herramientas esenciales: profesionales con alto nivel de formación, y un análisis financiero exhaustivo que parametrice todos los factores influyentes en las inversiones, entre otros, el factor emocional.

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