Como bien sabrán, este verano el turismo ha repuntado con mucha fuerza. Por ejemplo, el número de aviones volando en todo el mundo ha sido un 30% superior al del verano pasado, o el número de pernoctaciones hoteleras en julio en Barcelona ciudad se ha multiplicado por 3,5. Globalmente se ha vivido una recuperación prácticamente integral del turismo local y un fuerte aumento del turismo extranjero, que queda, pese a ello, aún muy por debajo de las cifras precovid. En general, el 2021 ha sido el año del staycation o de vacaciones dentro del propio país. Quien haya viajado al extranjero habrá tenido el privilegio de sentirse más local que nunca.
Lo remarcable es que las restricciones gubernamentales han sido muy similares a las del verano pasado. Ello se desprende del Oxford COVID-19 Government Response Stringency Index, que mide, día a día, el grado de restricciones que todos los países del mundo aplican, en una escala que va de 0 a 100. Se concluye también que las restricciones gubernamentales son superiores cuanto mayor es el PIB del país, y cuanto mayor gasto de turismo exterior realizan sus habitantes.
Es un secreto a voces que aquellos países que exportan más turistas han propiciado que el exceso de ahorro acumulado se consumiera en la mayor medida posible dentro del propio país y no fuera. Ya tiene mérito haber mantenido las restricciones aun cuando existían este año tanto unas vacunas efectivas como un alto porcentaje de población vacunada. El tema es, ¿cuánto tiempo más podrán mantenerlo?, y si el turismo se ha disparado, aún con importantes restricciones, ¿qué ocurrirá cuando estas se retiren? De los muchos sectores aún baratos en bolsa, el turístico es uno de los más claros.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo 12 de septiembre de 2021
