Educación financiera

El coste de no adaptarse

Si les citara una empresa como Nokia, uno de los adjetivos que podríamos utilizar para describirla sería el de empresa líder. Realmente, estaríamos en lo cierto. Sin embargo, tendríamos que remontarnos algo más de una década en el tiempo para que esta afirmación fuera correcta.

En noviembre de 2007, la portada de la respetada revista Forbes venía ilustrada con la foto de un hombre, aparentemente un alto ejecutivo, que sostenía de cara al público un teléfono móvil con el logo de Nokia. Ésta iba acompañada del siguiente titular: “Nokia – One billion customers – Can anyone catch the cell phone King?”.

De forma paralela, en aquel momento Apple sacaba al mercado su primer Iphone y con ello, Nokia vio cómo rápidamente se desvanecía el adjetivo de líder de su biografía empresarial.

Solo hace falta comparar la capitalización de ambas compañías para dar crédito de ello:

1999 2009 2019*
Nokia 209.432,9 33.077,7 30.423,0
Apple Inc. 10.001,8 111.813,5 858.993,4

* Market Cap en miles de euros (€)

Este es uno de los numerosos ejemplos que muestran como la tecnología modeló los cánones de la industria tradicional y consiguió que un rey fuera derrocado en poco tiempo.

El último cambio en el paradigma industrial se empezó a popularizar cuando irrumpió el prefijo “e”. Numerosas eran las portadas y los titulares de artículos relacionados con la innovación tecnológica que se centraban en temáticas como el e-commerce, el e-mobility o el e-home, entre otros.

Todo ello catapultó nuevos campos en la industria como los servicios de pagos digitales, plataformas de servicios en streaming, el social media o las fintech, entre otros.

En consecuencia, durante los últimos años los grandes eventos tecnológicos como el Mobile World Congress, celebrado en Barcelona, presumen de anticipar al público de todo el globo terráqueo las últimas joyas desarrolladas por las compañías que a priori encabezan esta era digital.

Como ustedes bien saben, el significado de “e” es “electronic”. Éste no solo se refiere a la implementación de las nuevas tecnologías, si no que engloba todo un entrelazado entre las empresas y los agentes económicos que participan en el proceso

A raíz de ello, poco a poco las grandes empresas dejan de estar encasilladas explícitamente en un sector en función de su actividad, con el objetivo de avanzar y ganar competitividad frente al resto de players del mercado.

Para ponerles un ejemplo, ya podemos ver empresas de maquinaria pesada trabajando conjuntamente con empresas puramente tecnológicas en procesos de servicios de cloud, I+D+I o tecnologías de la información (IT). Todo ello, con el fin de ofrecer mejoras en los procesos de explotación y recolección de datos tanto para la propia empresa como para el usuario final.

Todos estos cambios provocan en los usuarios nuevas necesidades y, en consecuencia, surgen nuevos hábitos de consumo. Ello deriva en nuevos productos / servicios y, de forma automática, se generan nuevos empleos ganando así mayor competitividad (nada nuevo que no se enseñe en teoría económica).

Si lo ilustramos en casos reales, vemos como los usuarios han pasado de comprar gadgets de reproducción a pagar mensualmente una tarifa para tener acceso a un universo infinito de música, como con el caso de la Sueca Spotify.

Y es que los datos hablan por sí solos. La plataforma de música cuenta con 200 millones de usuarios de los cuales 96 millones son cuentas de pago. Otro dato de gran relevancia es que se esperan crecimientos anuales de doble dígito para los próximos diez años, pues aún les queda mucho mercado por penetrar.

Todo ello se produce a raíz de la premisa de querer mejorar la experiencia del usuario final y siempre pivotando sobre el triángulo: Empresas (negocio, datos), Usuarios (nuevas demandas) y Cultura (nuevas herramientas).

Si recuerdan, la introducción de este post evidencia que no es algo nuevo en el mundo empresarial (¿Alguien de ustedes utiliza un Nokia como Smartphone?).

Así pues, vemos como en conjunto los factores disruptivos han evolucionado hacia una economía disruptiva.

Haciendo un punto y aparte, y teniendo en cuenta lo comentado hasta el momento, es importante tener presente que cuando nos paramos a analizar cualquier empresa tradicional es sumamente importante visualizar qué le deparará su entorno en los años venideros y responderse a la pregunta de si será capaz de seguir teniendo cabida en un mercado tan cambiante.

Hay numerosas preguntas a responder. ¿La irrupción de las nuevas tecnologías generará mayor competencia?; ¿Podrán entrar en el negocio empresas que hasta el momento realizaban otro tipo de actividad?

Brevemente podríamos hacerlo con los casos de Amazon o Google. Empresas que por recopilación de datos de sus usuarios y por volúmenes de caja neta podrían reinventarse con mayor facilidad que otras, llegando incluso a adentrarse en el sector bancario, entrar en el negocio asegurador o incluso irrumpir en el sector sanitario.

Lo importante para el resto de mortales será una vez más aprender de la historia y ante todo focalizarse en ver cómo reaccionar ante esta situación para no repetir errores pasados.

Si ponemos el foco en Europa, es evidente que a día de hoy estamos un paso por detrás de EE.UU, cuna de las empresas tecnológicas. Sin embargo, no todo es tan negativo en el Viejo Continente.

En el caso de Barcelona, informes como el que elabora anualmente la prestigiosa firma de consultoría PWC, sitúan a la ciudad Condal entre las principales ciudades de mundo más preparadas para el futuro tecnológico, solo por detrás de Singapur, Londres y Shanghai.

Otra gran firma como KPMG la posiciona entre las diez principales áreas urbanas del mundo en captación de proyectos de inversión extranjera, por detrás de Londres, New York y Berlín.

Esto nos deja un claro de luz y es que el continente Europeo está pasando a ver la tecnología como una oportunidad en vez de verla como una amenaza.

Con todo, será de vital importancia que el tejido empresarial europeo se adapte lo antes posible a los nuevos retos de la era digital si no quiere ver desvanecido su liderazgo de su extensa biografía empresarial.