Las bolsas siguen fuertes, hasta el punto de que el índice chino CSI-300 acumule ya una subida del +15% en el año, o que el S&P-500 norteamericano se haya situado en positivo esta misma semana. Una de las causas es el hundimiento de la tasa de mortalidad observada de la Covid-19, dado que crece mucho más el número de casos confirmados que el de fallecidos, lo que aleja la posibilidad de un nuevo confinamiento global en 2020. Otra es el fortísimo avance de las múltiples vacunas en curso, en especial la de Oxford, ya en fase III, con un enfoque técnico que parece ser especialmente acertado. Su confirmación se espera para el último trimestre de este año, lo que mejorará las perspectivas económicas para 2021. No menos importante es la sorpresa positiva de los datos que se están publicando ahora, como reflejan, por ejemplo, el Citi US Economic Surprise index, que ha alcanzado un estratosférico nivel de 270, o el PIB chino del segundo trimestre, que creció un +3,2% batiendo expectativas.
Las bolsas están reaccionando más que nunca a los datos chinos, no tanto por un relevo del liderazgo mundial, que deberá esperar aún, sino por los dos meses de ventaja que China lleva al mundo en lo que a desconfinamiento se refiere. ¿Cómo obviar, por ejemplo, que los vuelos domésticos en China estén ya al 90% de su capacidad, mientras que a nivel mundial los vuelos totales estén aún a poco menos del 50%?
No creo en la estrategia comercial de recomendar posiciones defensivas antes de agosto. Prefiero la estrategia inversora que podríamos bautizar como BBV o “Buy Before the Vaccine”: Comprar aquellos sectores bursátiles más castigados por el virus antes de que la vacuna, solución final, sea anunciada.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 26 de julio de 2020
