¿Qué hacer tras las alzas bursátiles? Desde la óptica fundamental hay poco de lo que preocuparse. La inflación desciende y se efectúan revisiones al alza de los crecimientos económicos, como las últimas del FMI o la Comisión europea.
Los servicios siguen muy fuertes, y no hay recesión sin contracción de los servicios. Los beneficios empresariales siguen muy robustos, con unos márgenes persistentemente elevados, y los costes de financiación de las empresas son inferiores a la rentabilidad de sus activos, propiciando su actividad inversora. Las empresas siguen cotizando con fuertes descuentos, pese a las subidas.
¿Dónde debemos centrar, pues, nuestra atención? En los tipos de interés largos.
Los tipos de interés de corto plazo están ya cerca de sus objetivos y alcanzarán sus máximos en los próximos meses. Se estabilizarán en el 3,5%, tras un probable movimiento de ida en la zona euro y otro de ida y vuelta en EE.UU., y serán los actuales tipos de interés largos los desajustados. La curva de tipos resultante sería plana, lo cual no puede ser nunca de equilibrio, dado que todo el mundo compraría los plazos cortos al ofrecer la misma rentabilidad con un riesgo muy inferior.
La inercia y la nostalgia inducen a los inversores de renta fija a querer creer que, en el futuro, los tipos de interés cortos volverán a caer. Solo así se entiende que, aunque el presidente de la FeD no haya cambiado ni un ápice su discurso, sea ahora interpretado de forma diferente.
Pienso, en cambio, que son los tipos de interés largos los que van a seguir subiendo.
Lo cual tiene una gran importancia, ya que ello determina qué empresas cotizadas lo van a hacer mejor en el 2023. La inercia es una mala consejera.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo 19 de febrero de 2023.