En los mercados bursátiles, y pese a las subidas, no se detectan aún síntomas de euforia, ni entre los inversores ni
entre las empresas. Ello es de vital importancia, dado que los excesos de confianza constituyen un indicador adelantado del fin de los ciclos alcistas. Final, pues, que se estima hoy muy lejano.
En lo que a los inversores se refiere, no se han sucedido aún las subidas exponenciales que caracterizan a todo exceso de confianza. Bien al contrario, sigue habiendo muchos inversores recelosos que se preguntan si las subidas han sido ya suficientes, e incluso algunos banqueros privados han llegado a recomendar hacer caja, aun parcialmente. Todo ello, pese a que el fondo del mercado sigue siendo muy sólido: los resultados empresariales que se publicarán a partir de la segunda quincena de julio seguirán siendo presumiblemente muy buenos, y las cotizaciones siguen siendo muy inferiores a sus valores fundamentales.
En lo que a la confianza empresarial se refiere, hemos observado un pequeño cambio. Las opas que hubo en el 2023 fueron efectuadas principalmente por los propios accionistas mayoritarios de las empresas, que son, sin duda, los que mejor las conocen. Este año, en cambio, en el que el número de opas está aumentando, ya no se efectúan desde dentro, sino sobre todo desde fuera. Se trata principalmente de un competidor comprando a otro.
¿Es esto un síntoma de euforia? No, ya que, por una parte, las operaciones planteadas hasta la fecha tienen todo el sentido estratégico para el comprador, sin pérdida de foco, y, por otra parte, los precios ofertados son correctos, nada desorbitados. Todo se andará, pero podríamos estar, perfectamente, en la antesala de la euforia.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo 23 de julio de 2024.