Las bolsas han empezado muy bien el año. El inversor que pretenda esperar a que la presión médica asistencial del coronavirus sea más baja para comprar podría perderse una parte muy importante de la subida, como ya le sucedió al que no compró hasta que la primera de las vacunas fue anunciada. Este punto crucial debería darse mucho antes de que se alcance la inmunidad de rebaño del 70%. Ello ocurrirá, aproximadamente, en el momento en que la parte de la población más afectada por el virus, un 25% del total, haya sido vacunada. Ello incluye al 19,2% de población mayor de 65 años, en la envejecida Europa, y al 4% de personal sanitario. Aun con el actual ritmo de vacunación, este punto se alcanzará en febrero en el Reino Unido, en marzo en Estados Unidos y en junio en la Unión Europea.
El precio de las materias primas se ha disparado, hasta el punto de que su índice general, el CRB, cotiza un 16,3% por encima de los niveles previrus de diciembre del 2019. De las tres materias primas más correlacionadas con el crecimiento económico, solo una, el petróleo (-7,4%), no ha alcanzado aún esos niveles, si bien las otras dos, el mineral de hierro (+66,2%), y el cobre (+34,9%), los han superado con creces. El denominado Breakeven Inflation Rate, que compara la rentabilidad de los bonos ligados a la inflación con la de los bonos normales, cotiza, para los próximos cinco años, una inflación anualizada del 3,0% en el Reino Unido, del 2,3% en Estados Unidos y del 0,9% en Alemania.
Con los actuales tipos de interés negativos, quien no invierta verá muy mermada su capacidad adquisitiva. Invertir sí, pero no a cualquier precio, manteniendo en todo momento una férrea disciplina de valoración.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 14 de febrero de 2021