Los países asiáticos han controlado el virus por sus propios medios, y su vuelta económica está siendo rápida. China, cuyos hoteles han recuperado ya las tasas de ocupación previas, crecerá este año alrededor de un +2%, mientras que en Japón, por ejemplo, el 90% de los trabajadores están ya físicamente en el trabajo. Sus bolsas lo reflejan, así el índice CSI-300 chino sube un +19% en el año y el Nikkei-225 un +2%.
Los países occidentales, sin embargo, necesitan de las vacunas para el control del virus. Afortunadamente varias de ellas están ya justo a la vuelta de la esquina. En Estados Unidos, séptimo país del mundo en fallecimientos de Covid-19 por habitante, ya las anticipan, y el índice S&P-500 sube un +8% en el año. Europa, sin embargo, aun teniendo sólo a dos países en el “top ten” de fallecimientos por habitante: Bélgica, en segundo lugar, y España, tercera, aún no las cotiza. La denominada segunda ola de confinamientos tiene un impacto económico menor, al ser estos más livianos. Un dato, Europa consume unos 20 millones de barriles de petróleo diarios, en el primer confinamiento llegó a bajar hasta 14, y en el segundo no se prevé que baje de 17/18. Las vacunas sitúan a los efectos económicos del virus en su fase finalista.
Esta situación está siendo aprovechada por los inversores, como la familia de control de la empresa belga Sioen, que tiene el 65% de sus acciones y que acaba de efectuarle una OPA a la totalidad; o el gigante Alibabá, que ha comprado el 10% de Dufry, la empresa suiza líder en tiendas de aeropuertos; o la familia Escarrer, que ha comprado más acciones de Meliá, etc.
La época de rebajas bursátiles está ya llegando a su fin, incluso en la vieja Europa.
Artículo publicado en La Vanguardia el domingo, 08 de noviembre de 2020