En los mercados financieros se congregan un gran número de inversores y éstos no están exentos de emociones. Las emociones son inherentes al ser humano.
Dos son sin excepción, las principales emociones que influyen en el devenir de los mercados financieros, el miedo y la codicia.
La codicia aparece en situaciones de burbuja, en esos momentos en que las cotizaciones no paran de subir. En esa situación muchos inversores se ven atraídos por la bolsa ya que se vislumbra como una opción con la que solo se puede ganar y ganar.
Los mercados financieros funcionan por ciclos, y en esta fase del ciclo sucede frecuentemente que el inversor piensa que la bolsa subirá y subirá y no quiere quedarse sin una ganancia fácil. Aparece la codicia que impulsa al inversor a comprar a cualquier precio. Precios irracionales y desproporcionados a la valoración contable de las empresas. Pasados esos momentos de euforia extrema los mercados financieros corrigen y poner un poco de cordura llevando a las cotizaciones de las empresas a unos precios más coherentes con sus valoraciones y beneficios.
El miedo induce al inversor a vender, en muchas ocasiones de forma irracional, pensando que el mercado caerá hasta el infinito y vendiendo en ocasiones a precios ilógicos por temor a perderlo todo. Pasados los momentos de miedo extremo la bolsa se recupera y las acciones vuelven a su precio de valoración contable o incluso superan esos precios de valoración, dejando como grandes perdedores a los que vendieron todo cuando las cotizaciones estaban muy bajas. Son éstos los que terminan perdiendo gran parte de su dinero.
En los momentos actuales de mercado, estamos asistiendo a movimientos importantes que llevan al mercado de un lado a otro, movimientos erráticos motivados en esta situación por dos sentimientos: la esperanza de que el coronavirus pueda ser contenido rápidamente y el miedo a que no lo sea.
En el momento en que una farmacéutica anuncie una vacuna asistiremos a grandes subidas en los mercados financieros movidos por la esperanza y esta situación, antes o después llegará.
Mientras tanto, seguimos con el miedo a la incertidumbre sobre qué pasará y cómo afectará todo esto a los resultados de las empresas.
A pesar del intento de los Bancos Centrales de poner calma y animar a los mercados bajando los tipos de interés los inversores siguen confusos. Se espera que más bancos centrales sigan los pasos de la Reserva Federal y parece evidente que los responsables de la política monetaria han decidido dar respuestas individuales en vez de lanzar una acción coordinada. Ahora toda la atención se centra en el Banco Central Europeo, que se reúne a finales de mes.
Mientras todas las emociones están puestas en el asador, pasamos por alto que hay gran cantidad de empresas a unos precios realmente atractivos, muy por debajo de su valoración contable, con un elevado dividendo que sube porcentualmente a medida que las cotizaciones bajan. Dentro del IBEX nos encontramos acciones que, a estos precios, tienen una rentabilidad por dividendo superior al 7%. Tal es el caso de CaixaBank con una rentabilidad por dividendo del 7,87%; Enagás con un dividendo del 7,55%: Mapfre un 7,98%; Telefónica con un 7,85% y Banco Santander con dividendo del 7,55% o Naturgy con un dividendo del 7,19%.
Por encima del 8% de dividendo, entre las empresas que incluyen el IBEX, tenemos a Bankia con una rentabilidad por dividendo del 8,81%, ACS con un dividendo del 8,31% Repsol con un 10,42% y Mediaset con un 10,79%.
Aunque algunas de estas empresas puedan reducir algo su dividendo en el futuro, aún tienen margan más que suficiente para generar una atractiva rentabilidad.