El pasado 27 de diciembre el conjunto de bolsas mundiales, recogido en el índice MSCI World, alcanzó su nivel máximo histórico tras las fortísimas y generalizadas subidas bursátiles de 2019. Hace justamente un año, en mi escrito en La Vanguardia, comentaba que si bien en 2018 las bolsas habían caído, los beneficios empresariales seguían subiendo, y decía, literalmente, que estábamos ante “la última gran oportunidad de compra del próximo lustro”. Hoy sigo pensándolo, diciembre 2018 será una más de las grandes fechas que los cazadores de gangas bursátiles tienen guardadas en su memoria, como marzo 2002, marzo 2009 o agosto 2011.
¿Y ahora qué? En la fuertemente alcista última década, la subida de los índices bursátiles “growth” –los que recogen a las empresas que cotizan con múltiples altos- ha prácticamente triplicado a la subida de los índices “value” – que contemplan a las que cotizan con múltiples bajos- . Las empresas de tipo “value” cotizan hoy por debajo de sus múltiplos históricos, y son las que acumulan los mayores descuentos fundamentales. Las empresas “value” son, de hecho, el gran reducto de valor de las bolsas actuales. El escenario más probable es el de continuidad de las subidas bursátiles, si bien con una alternancia en el tipo de empresas que lideren la subida. Esta nueva etapa “value” se inició ya el pasado mes de septiembre, y se podría prolongar durante muchos trimestres más.
El inversor bursátil está de enhorabuena, ya que dispone aún de múltiples oportunidades de inversión. Para ello debe no cometer ninguno de estos tres errores típicos: invertir en función de la ponderación de una empresa en un índice, de su domicilio social, o confundir “growth” con calidad.
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo, 05 de enero de 2020