Primero la distracción: el pasado 5 de mayo el presidente Donald Trump avivó la guerra comercial con China con un par de tweets. Hasta ese momento, el Eurostoxx 50 subía un +16,7% en el año, el S&P 500 un +17,5%, el petróleo un +31,7%, el oro estaba plano, y el dólar/euro subía un +2,3%. Comparando los mercados ahora y justo antes de los tweets, el dólar/euro y el oro se han quedado prácticamente igual, de 1,1198 a 1,1183 y de 1.278 a 1.274; el petróleo ha bajado un -4,8%; la bolsa americana ha bajado un -4,7% y el Eurostoxx 50 ha bajado un -5,0%.
A pesar de Trump, pues, en el conjunto del año el Eurostoxx-50 sube un +10,9%, el S&P 500 un +11,9% y el petróleo un +25,4%.
Pese al ruido mediático, los mercados han hecho realmente poco caso a Trump: aquellos más sensibles no se han movido apenas y el retroceso bursátil parcial no se distingue de cualquiera de los habituales dientes de sierra
Es muy probable que el mercado empiece a conocer su estilo negociador. En los casos precedentes de los acuerdos con Méjico y Canadá lanzó un último órdago negociador… justo antes de llegar al acuerdo. Hubo entonces una distancia abismal entre el tono amenazador y el pragmatismo de la firma, que el mercado espera que se repita.
Ahora lo relevante: las empresas de múltiples bajos, las “value”, siguen teniendo un comportamiento bursátil peor que las de múltiples altos, las “growth”. ¿Hasta cuándo? Tuve el placer de poder discutirlo con una comida con el profesor Roger Ibbotson, de Yale, uno de los grandes de las finanzas donde los haya.
Dada la duración del fenómeno, la reversión debería ser ya muy cercana, y va a coger con el pie cambiado a los inversores que persistan en la popularidad del “growth”
Artículo publicado en La Vanguardia – Sección Dinero del domingo, 26 de mayo de 2019